ENSXXI Nº 37
MAYO - JUNIO 2011
- Detalles
- Escrito por ANTONIO PÉREZ SANZ::Notario
- Categoría: Revista 37 , Panorama , Los Grandes del Notariado
ANTONIO PÉREZ SANZ
Notario honorario
El estudio de las Actas de las Juntas Generales y Directivas del Colegio Notarial de Madrid, me han permitido conocer, en toda su grandeza, la figura de este compañero, de quien sabía su condición de Notario de Madrid y tenía referencia de sus trabajos jurídicos, pero ignoraba todo de su dimensión profesional y humana. Estas Actas, o, mejor dicho, las referencias que en ellas se hacen a la persona y actuación profesional de José Luis Díez Pastor han determinado mi admiración por lo que este compañero ha significado para el Notariado y mi admiración por su persona y vida.
José Luis Díez Pastor nació en Berzocana, pequeño pueblo de la Provincia de Cáceres, próximo a Logrosán, el 24 de enero de 1901, hijo de Don José Díez Flores, Médico Cirujano y de Dª Crescencia Pastor Gómez, ocupada en las labores de la casa pero que muy pronto, por el fallecimiento de su esposo, tuvo que asumir la dirección de la familia.
Sus primeros años los pasó en La Viña, finca que la familia tenía en el campo. Acudía a la escuela del pueblo donde impartía sus clases el Maestro, Don Fausto, a quien siempre recordó con cariño y admiración.
El campo fue una referencia constante durante su toda su vida, aunque ésta se desarrolló esencialmente en Madrid. Allí aprendió a hablar con sencillez, con claridad y austeridad, y a entender a la gente. Allí aprendió a apreciar y disfrutar de la naturaleza y de los animales. Su abuela contaba que los primeros estudios los inició en compañía de una cabra, Mocha, que le esperaba en el corral hasta que terminaban las clases.
Ya de niño se aficionó a cabalgar, primero en el Conejo, un burro –del tamaño de una oveja grande- que le regaló su padre, luego en los caballos que tenían en la finca. Consiguió ser un jinete extraordinario; arte que tuvo que dejar cuando cumplió ochenta y tres años.
Muerto su padre, cuando él tenía siete años, la familia se traslada a Madrid.
Pasó dos años interno en los Escolapios de Getafe, terminando los estudios de bachillerato en el Instituto San Isidro de Madrid.
"El campo fue una referencia constante durante su toda su vida, aunque ésta se desarrolló esencialmente en Madrid. Allí aprendió a hablar con sencillez, con claridad y austeridad, y a entender a la gente"
En la Universidad Central, hoy Complutense, cursó los estudios de la Licenciatura en Derecho. Estudiaba y hacía una vida intensa, adecuada a su juventud. Discípulo predilecto de Don Felipe Sánchez Román, figuraba entre los alumnos destacados de su curso, junto a Ramón Serrano Súñer, Manuel Romero Vieítez, Emilio de Navasqués y José Antonio Primo de Rivera. Pero, además, en aquella etapa universitaria, como siempre a lo largo de su vida, tuvo una intensa actividad intelectual y cultural. Iba a menudo a la Residencia de Estudiantes, donde hizo amistad duradera con Entrecanales, Alberti, Pepín Bello y García Lorca. Como contrapunto, participaba en otras actividades propias de la juventud y de la época Muy de acuerdo con sus inquietudes, en este caso más jocosas, seguía, con otros compañeros estudiantes, a Valle Inclán en las algarabías que montaba por la calle y en el teatro.
Concluida la Licenciatura decidió ser Notario, pero como entonces se requería haber cumplido veinticinco años, marchó a Alemania a ampliar estudios. Allí consolidó su admiración por los juristas alemanes y perfeccionó su conocimiento de la lengua, hasta el punto de trabajar cierto tiempo como corrector en la Gaceta de Munich. Hizo muchos amigos y vivió la peripecia de un accidentado ” bautismo de aire” en un avión biplano de caza ,sobrante de la primera guerra mundial, que hacía vuelos semiclandestinos entre Munich y otras ciudades que, por culpa de un mosquito que entró en el carburador y paró el motor ,acabó aterrizando en un prado,.
Brillante opositor
Recién cumplidos los veinticinco años ingresa con el número uno en las oposiciones a Notarías que se celebran el año 1926. Su primer destino fue en Salas de los Infantes.
A su promoción de ingreso, de la que formaba parte González Palomino, dedica éste su obra “Instituciones de Derecho Notarial”, con estas palabras: “Por Ramón Faus Esteve, José Luis Díez Pastor y Rafael Núñez Lagos, excede a cualquier otra. Por Francisco José RoIg Ferrer dio lecciones de buen acogimiento al compañero, en tiempo difícil. Por todos los entonces ingresados, aún por los más modestos, es ejemplo de juego limpio, digno ejercicio y buena compañía”.
De nuevo por oposiciones libres celebradas en el Colegio de la Coruña el año 1927, pasa a la Notaría de Chantada (2ª).
Finalmente en 1930 en nuevas oposiciones, esta vez entre Notarios, que aprueba con el número uno, obtiene una de las Notarias de Madrid que servirá hasta su jubilación en 1976, con el lamentable paréntesis que comentaremos seguidamente.
De auténticas ideas liberales, desde su condición de jurista, asumió los aires de modernidad que representaba y prometía el advenimiento de la República.
Nombrado miembro de la Subcomisión de Derecho Civil de la República, desempeñó allí un papel relevante, interviniendo y colaborando en la elaboración de textos constitucionales y leyes. De entre estas labores hay que destacar la Ley de Divorcio, de la que fue único autor, norma que todos los juristas europeos, no solo españoles, consideraron un modelo, por su estilo, claridad y concisión. Allí, como en todos los sitios por donde pasó hizo buenos amigos, como Francisco Ayala y, sobre todos, Juan Lladó.
Simultáneamente atendía su Notaría con dedicación, integrándose en las labores corporativas del Colegio Notarial de Madrid, de cuya Junta Directiva formaría parte desde 1932. Su interés por el Notariado le lleva , en 15 de abril de 1935, a solicitar de la Dirección que se le comisionara con carácter oficial, pero a sus propias expensas, para un viaje de estudios con el fin de conocer la organización notarial en Francia, Suiza, Alemania, Austria e Italia.
"Simultáneamente atendía su Notaría con dedicación, integrándose en las labores corporativas del Colegio Notarial de Madrid, de cuya Junta Directiva formaría parte desde 1932"
En esta época publica un importante trabajo, sobre la subhipoteca y preocupado por el engarce de la Constitución republicana y Ley de Divorcio con el derecho vivido, provoca una orden del Ministerio de Justicia que, resolviendo una consulta suya y unificando la práctica notarial, reconoce la inconstitucionalidad del art.168 del Código Civil y admite la validez de la emancipación concedida a su hijo menor de edad por la madre que, según aquel precepto, había perdido la patria potestad por haber contraído nuevas nupcias. Con igual visión práctica publica su estudio sobre “La familia y los hijos habidos fuera del matrimonio según la Constitución”.
Contrajo matrimonio, en abril de 1935, con Doña María Dolores Pardo Gayoso, Licenciada en Ciencias Físicas, y Catedrática de Instituto, que en sus trabajos de investigación había colaborado con Blas Cabrera y Arturo Duperier. Del matrimonio nacieron cuatro hijos, de los que tres de ellos viven, formando una familia siempre unida y basada en principios de libertad y respeto a las ideas ajenas.
Director General de los Registros y del Notariado en la administración republicana
Iniciada la Guerra Civil, como la vida en Madrid comportaba grandes privaciones y riesgos envió a su esposa y único hijo, al Sur de Francia, concretamente a Banyuls, permaneciendo él en la capital, atendiendo la Notaría y prestando al Colegio, junto con el Decano Eduardo López Palop ,al Colegio ,una ayuda impagable , que se tradujo en la conservación del edificio , de los Protocolos y, dentro de las lógicas limitaciones, en el apoyo absoluto prestado a todos los Notarios que se encontraban o pasaban por la ciudad.
"Su faceta de preparador fue fructífera. Notarios tan ilustres como José Roán, Francisco Núñez Lagos, Juan Luis Ramos Pérez Coleman, Margarita Baudín fueron alumnos suyos. Núñez Lagos como alumno, ha escrito que no solo les enseñó a estudiar y exponer los temas"
En diciembre de 1936 había quedado suprimida la Dirección General de los Registros y del Notariado, por considerar el Gobierno que no tenía razón de existir, dadas las circunstancias impuestas por la rebelión. Cuando en 1937, siendo Presidente del Consejo de Ministros Manuel Azaña, nombra Ministro de Justicia a Manuel de Irujo, se restablece la Dirección, en un Decreto (de 5 de julio) cuya exposición de motivos contiene un encendido elogio del Centro Directivo ; reconoce “la labor realizada por éste, desde su creación, queda patente en sus publicaciones anuales” …“las instituciones que abarca son esencialmente técnicas, instrumentos al servicio del derecho, que no puede desaparecer, sino que han de evolucionar al compás de este”; y también valora positivamente “el funcionamiento legal y eficaz de la fe pública notarial, a cargo de una institución que tiene por fin exteriorizar la representación de los derechos privados en la normalidad o sin contienda, institución necesaria para que exista un orden social progresivo de fundamentos indestructibles, que ha desenvolver la vida económico-jurídica”; concluyendo que “restablecer este centro directivo es prestar un señalado servicio a la Administración española, a la que no debe privarse de lo que una acreditada y gloriosa técnica ha demostrado ser imprescindible en la vida oficial de nuestro país”.
Díez Pastor no debió ser ajeno a la iniciativa de este Decreto, ni a los términos en que se formula. Inmediatamente se le ofrece el cargo de Director General. La aceptación de este ofrecimiento, en las condiciones que vivía nuestro país, le producen serias dudas que transmite a su Decano, López Palop y a otros compañeros quienes le rogaron o, quizá mejor, le impusieron que aceptara el cargo, publicándose su nombramiento el 6 de agosto de 1936. Así consta en el Acta de la Asamblea General del Colegio celebrada el día 7 de septiembre de 1937, a la que el Decano informa:” Finalmente quiero dedicar algunas palabras a nuestro Director general y a las circunstancias que han concurrido a su designación. Sería del género tonto que yo quiera hacer una presentación de su personalidad y de sus méritos extraordinarios. Esos méritos imposibles de permanecer ocultos, han dado lugar a su nombramiento, sin conocimiento y aún contra la voluntad del interesado; en varios viajes que ha hecho a Valencia para gestionar la solución de nuestros intrincados problemas, unas veces solo y otras acompañado por mí se ha destacado ante las Autoridades superiores como conocedor extraordinario de los problemas notariales y proponiendo soluciones para contener la ruina de una de las Instituciones más gloriosas de nuestra patria. La consecuencia ha sido que al restablecerse la Dirección General de los Registros y del Notariado, el nombre de D. José Luis Díez Pastor se ha considerado insustituible. Se hizo el nombramiento sin consultar con el interesado, el cual, inmediatamente que lo supo nos llamó a conferencia desde Barcelona, donde en aquellos días se encontraba, para pedirnos consejo sobre si debía o no aceptar, nuestra contestación fue terminante: no tenía derecho de opción y la aceptación se imponía de una manera fatal. Nunca ha pasado la Institución Notarial, los graves momento, los riesgos inminentes de la época presente; nuestras voces de angustia al Ministerio de Justicia han sido constante, Diez Pastor ha sido muchas veces portador de esas inquietudes”. En la misma reunión Isidoro de la Cierva, que sería nombrado Decano por el nuevo régimen en abril de 1939, después de reconocer y agradecer a la Junta Directiva ( de la que formaba parte Díez Pastor) “ su gallarda actuación, su esforzada tenacidad y su voluntad magnífica” que consiguieron que fuera el Colegio Notarial de Madrid la única Corporación profesional, que haya conservado incólume su organización y proseguido su actividad en las actuales circunstancias”, añade “quizá fuera yo también el primer sabedor del nombramiento de D. José Luis Díez Pastor para el cargo de Director general, como también supe sus vacilaciones y las gestiones que precedieron a su toma de posesión. Todo ellos ha quedado dicho por el Decano con gran exactitud. Estimo que es un deber de los reunidos dar testimonio, no ya del agrado con que hemos visto su designación y de la esperanza que en él tenemos puesta sino de la gratitud inmensa que sentimos ante su decisión”.
Habiendo cesado como Ministro de Justicia Manuel de Irujo el 29 de abril de 1938 dimite como Director General, pasando a Francia donde fue internado por las Autoridades francesas en uno de los Campos establecidos para acoger a los refugiados españoles, concretamente en el de Gurs, pequeña población situada en el Departamento de Pirineos Atlánticos. Allí estuvo recluido dos meses, hasta que consiguió evadirse regresando a España. Entretanto Sánchez Román, le había propuesto marchar con él a Méjico, propuesta que agradeció pero no aceptó, pues su decisión era quedarse en España.
Depuración política y rehabilitación
Y precisamente a su vuelta a Madrid se encuentra con que por Orden ministerial de 26 julio de 1939, dictada sin previo expediente ni audiencia del interesado, se le había separado del servicio y dado de baja en el Escalafón del Cuerpo. Solo se le podía acusar de haber sido Director General de los Registros y del Notariado, ignorando por qué, en que circunstancias y como desempeñó el cargo. A esta sorpresa sucedió un Consejo de Guerra, sobreseído; y un proceso civil de responsabilidades políticas, en el que fue ponente el Magistrado Juan Becerril Antón-Miralles (luego Presidente de la Sala Sexta del Tribunal Supremo) , que no solo concluye con la absolución del imputado sino que, además, declara ”la estimación de la imputación conduciría a inmolar exclusivamente a quien por servir legítimos e importantes intereses morales y materiales, lo efectuó a ruego, sin error en la apreciación, y sin tacha en el ejercicio, a favor del cuerpo y conjunto activo de mayor respeto”.
"Formó parte de reuniones y tertulias, teniendo un papel destacado en la que los Notarios celebraban en un local de la calle Luchana, donde a Rafael Núñez Lagos y a él les obligaban a sentarse de espaldas a la mesa, acusados de ser los únicos que habían leído el Ennecerus"
Diez Pastor aceptó serenamente la difícil situación personal que se le presentaba. Reacciona con entereza y se dedica a preparar opositores a Notarias. Lo hace con la ciencia que tenía acreditada, con la paciencia que requiere tan difícil tarea y con el cariño que siempre aplicó a cuanto se relacionara con el Notariado, que seguía siendo el centro de su vida. Su faceta de preparador fue fructífera. Notarios tan ilustres como José Roán, Francisco Núñez Lagos, Juan Luis Ramos Pérez Coleman, Margarita Baudín fueron alumnos suyos. Núñez Lagos como alumno, ha escrito que no solo les enseñó a estudiar y exponer los temas; les enseñó a pensar y reflexionar sobre el Derecho; no bastaba saberse los temas era necesario comentarlos y discutirlos, discurrir y relacionar las variadas materias del programa; inculcándoles la idea de que el notario no solo ha de hacer bien las escrituras, ha de insertarse en la sociedad en que vive, con arraigo en la población, con la conducta intachable en todos los órdenes, con una vida austera, transparente y digna, con una actitud de desinterés y de servicio a los demás”.
El error, más exactamente, la injusticia que se habían cometido con Diez Pastor tenían que repararse. Así se hizo en expediente instruido por el también Notario José María de Porcioles, entonces Director General de los Registros y del Notariado, y tramitado con una celeridad sorprendente (menos de un mes), cuyo expediente, después de reconocer las condiciones excepcionales de competencia y moralidad de Díez Pastor, concluye en febrero de 1944, dejando sin efecto la Orden del 1939 y acordando su readmisión al servicio activo, con derecho a ocupar la primera vacante que se produjera en Madrid y con la singular particularidad de que se llega a autorizar que pasen a su cargo los protocolos que autorizó hasta el año 1939.
En este expediente constan los testimonios de Don Casto Barahona Holgado, Subdirector, Don Vicente Lledó, Letrado Jefe del Negociado de Notarías y Don Eduardo López-Palop, Decano del Colegio Notarial de Madrid, cargos que desempeñaban cuando Díez Pastor accedió a la Dirección General, que merecen ser recordados, en cuanto inciden en el perfil de la personalidad y actuación de Díez Pastor, insistiendo en que el ejercicio de sus funciones como Director General fue siempre inspirado en hacer el mayor bien posible y no originar el menor daño, restableciendo la Dirección General y favoreciendo y protegiendo , en cuanto pudo, a todos los funcionarios, contribuyendo a legalizar la situación de todos los Notarios y Registradores que lo precisaran. Logrando conservar el capital de reserva de la Mutualidad Notarial, para terminar opinando, en conciencia, que la conducta de Don José Luis no era merecedora de ninguna sanción.
Diez Pastor jurista, humanista y notario de Madrid hasta su jubilación
Reintegrado a la Notaría José Luis Díez Pastor recupera, en plenitud, su vida profesional complementándola con una intensa actividad cultural y social. Se dedica a su despacho , por el que pasan personajes notables de los que queda huella en el protocolo; y a su Colegio Notarial, participando, sin ninguna reserva, en la vida corporativa, pronunciando conferencias en la Academia Matritense del Notariado (centradas en la figura del no concebido y en los Derechos Reales) y en la Universidad de Santander (La formación jurídica de jurista) ; fue ponente español en el II Congreso Internacional del Notariado Latino que se celebró en Madrid en 1950, presentando al mismo su estudio sobre “La fe de conocimiento”, colaborando en la Delegación española de los Congresos que sucedieron a aquel. Contribuyó a la edición, traducción y anotación del Tratado de Derecho Civil de Hedemann y Lehmann, asumiendo la parte relativa a los Derechos Reales
Formó parte de reuniones y tertulias, teniendo un papel destacado en la que los Notarios celebraban en un local de la calle Luchana, donde a Rafael Núñez Lagos y a él les obligaban a sentarse de espaldas a la mesa, acusados de ser los únicos que habían leído el Ennecerus. Era delicioso oírle hablar de literatura, filosofía y de arte.
También se significó en el ámbito cultural. Colaboró directamente en la creación de la Orquesta de Cámara de Madrid y en la organización de la Asociación de Amigos de aquella Orquesta, de cuya Asociación fue Vicepresidente. Relatando el crítico musical Antonio Fernández Cid (por cierto hijo de Notario) las vicisitudes que rodearon el nacimiento de la Orquesta, de la que fue fundador y Director titular Ataulfo Argenta, alude a la escritura de constitución de aquella Asociación, firmada, en 1946, ante José Luis Díez Pastor, como notario, en el salón de actos del Colegio Notarial, adonde acude la Orquesta para celebrar un concierto conmemorativo, añadiendo “y la mesa del despacho se reemplaza por el podium. Sobre él, como carpeta, la partitura del Septimino que acaba de interpretarse”. También fue relevante su labor en la Fundación Oliva-Lara, luego Fundación Universitaria Española, que Diez Pastor se esforzó en poner en pié y mantenerla hasta conseguir la categoría e influencia cultural que hoy ha alcanzado.
Llegada la jubilación, el tránsito a esta nueva etapa se compensa con honores, personalmente merecidos, sin duda, pero siempre propiciados por el cariño y reconocimiento de sus compañeros. Es nombrado Notario Honorario Decano Honorario del Colegio de Madrid y se le otorga la Gran Cruz de la Orden de San Raimundo de Peñafort.
"Colaboró directamente en la creación de la Orquesta de Cámara de Madrid y en la organización de la Asociación de Amigos de aquella Orquesta, de cuya Asociación fue Vicepresidente"
José Luis Díez Pastor nos ha dejado el ejemplo de una vida discreta, dedicada a la familia, a la cultura, a la sociedad, al estudio y a su profesión de Notario, oficio del que se enorgullecía y prestigió.
La mejor glosa de su personalidad la hizo la Junta Directiva del Colegio de Madrid, de la que era entonces Decano José Roán, .Al publicarse la jubilación de Díez Pastor, hace constar en Acta, por acuerdo unánime de sus miembros los sentimientos de la Corporación en estos términos.
“Pocas veces el Notariado ha sentido una sensación de soledad como en este momento. Díez Pastor fue siempre nuestra compañía. Con su segura y serena compañía pudimos remontar los tiempos más difíciles y trágicos de muestra historia. Su valor personal y corporativo llevó a todos la serenidad. Estuvo presente en todas las tareas de este Colegio….; fue además un profesional ejemplar, un humanista y sobre todo un hombre bueno, recordémoslo; en su ejercicio profesional fue un dechado de lo que hay que hacer y del amor a hacerlo bien. Su estilo conciso y su puro y bellísimo castellano, de tantas resonancias cervantinas y gracianescas, supieron lograr que en sus escrituras no estén reñidos lo ajustado, lo preciso y lo bello, la mejor forma al servicio de un fondo impecable… no fue un frío y aséptico intelectual, sino un auténtico humanista, en el sentido cabal del término, de preocupación por todo lo humano. Por eso su figura se agigantó cuando, alejado de la carrera, apareció en toda su intensidad el hombre, el maestro;… fue siempre un hombre abierto a la bondad, ha creído siempre hasta el fondo de su alma que por encima de todo está el hacer el bien y a ello hay que dirigir todos nuestros alientos y todo nuestro entusiasmo. Por eso José Luis sobre todas las cosas es y ha sido siempre un hombre bueno”.