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ENSXXI Nº 13
MAYO - JUNIO 2007

MIGUEL ÁNGEL AGUILAR
Periodista

Las campañas electorales producen sensaciones encontradas en los ciudadanos de a pie. De una parte, se asiste a la fantástica aceleración de las obras en curso de carreteras, puentes, variantes, rotondas, hospitales, escuelas, parques, túneles, casas de cultura, líneas de metro, estaciones de ferrocarril, intercambiadores de transporte, de forma que sea posible su inauguración antes de los comicios. Así que darían ganas de multiplicar la frecuencia de las convocatorias para repetirlas por lo menos con periodicidad semestral porque tendríamos unas administraciones públicas trabajando a la velocidad de la luz y unos representantes entregados a la búsqueda de soluciones para los problemas de los electores. Pero, de otra, hemos de sufrir el machaque de los lemas electorales y la cencerrada de los mítines y comparecencias de los candidatos en los medios de comunicación social, con perfiles que devienen tanto más inaguantables cuanto menor es la distancia al día de las urnas.

Son vísperas en las que todo se instrumentaliza y se transforma para convertirse en propaganda sin atender a que pueda incurrirse en el abierto insulto a la inteligencia. Los jefes de campaña saben que en estas oportunidades sólo llaman la atención los chafarrinones y que los primores miniaturistas y los matices elegantes se pierden en la barahúnda y el estruendo característico de esos momentos. Por eso cunde el brochazo, la sal gorda, la zafiedad y la penosa simplificación del maniqueísmo. El recurso más eficaz es la repetición hasta crear en la audiencia el reflejo condicionado. Casi nadie se siente comprometido a dar explicaciones, prima la respuesta automática del “más a mi favor” ante cualquier objeción que se reciba. Reina el método Ollendorf. Se prefiere aumentar el volumen de la megafonía hasta el aturdimiento y la vuelta al estribillo propagandístico en lugar de la apuesta por la racionalidad discursiva.

"Joaquín Costa, en su obra Crisis política de España, proponía el programa de cerrar con siete llaves el sepulcro del Cid. Y en esa misma línea Nicolás Sarkosy, el nuevo presidente de la República, ha hecho emblema de su campaña 'enterrar mayo del 68'"

Algunos espíritus selectos se sienten agredidos por estos procedimientos vociferantes que marcan un camino de servidumbre, que van destinados a inducir la obediente docilidad de las masas. Entonces surge la añoranza de épocas supuestamente doradas cuando la política nada tenía que ver con las elecciones que igualan el voto del menestral y del prócer. Aquellos eran tiempos en los que las funciones políticas estaban reservadas a los vástagos de las familias patricias, que vivían fuera del actual juego de necesidades y presiones. Dentro de la Unión Europea todavía se puede practicar el etnoturismo para visitar los restos de ese sistema en el Reino Unido, donde la Cámara de los Lores parece que ha dado ejemplos señeros de independencia de criterio sin atender a componendas con los intereses muchas veces espúreos que se ventilan en paralelo a los proyectos de normas legales .
El caso es que los Lores y las Loras, por decirlo conforme a esa pauta tan querida por el lehendakari Ibarretxe, nada tienen que esperar de la adhesión ni que temer del desafecto de los votantes. Sus escaños quedan fuera de la reválida de las urnas. Son también invulnerables por las cúpulas de los partidos. En definitiva, se encuentran en condiciones de transgredir con sus pronunciamientos de manera admirable las fronteras de los intereses establecidos, que siempre se presentan disfrazados de “búsqueda del bien común” por quienes pueden alzar la voz hasta concitar inercias paralizantes capaces de bloquear el progreso social de esas mayorías a las que invocan que, por silenciosas, quedan inermes. Los Lores carecen de ese horizonte temporal que marcan las convocatorias electorales inmediatas. Lo suyo es el largo plazo, su referencia es el lema del “nobleza obliga”. O si se prefiere, en términos del preámbulo de aquellos Principios Fundamentales del Movimiento, sólo se sienten responsables “ante Dios y ante la Historia”.

"La condición de variable independiente, que ahorra las avalanchas de la propaganda, tampoco es una vacuna contra el despropósito. El recurso a sistemas corporativistas, como aquel en torno a familia, municipio y sindicato, presentan ejemplos notables que produjeron pánico aunque ahora muevan a la hilaridad"

Pero la condición de variable independiente, que ahorra las avalanchas ensordecedoras de la propaganda, tampoco es una vacuna contra el despropósito. Los regímenes que creyeron encontrar la alternativa a la democracia mediante el recurso a sistemas corporativistas de representación orgánica, como aquel establecido en torno a las células básicas de la sociedad –familia, municipio y sindicato-, presentan ejemplos notables que produjeron pánico aunque ahora muevan a la hilaridad. En estos tiempos de recuperación de la “memoria histórica” vienen muy a cuento por ejemplo las palabras de Franco el sábado 20 de mayo de 1939 en la ceremonia religiosa de acción de gracias, que se celebró a partir de las 10 de la mañana en la madrileña iglesia de Santa Bárbara por la victoria del Caudillo.
Para la solemnidad se acopiaron imágenes, reliquias y símbolos. El Santo Cristo de Lepanto, traído de la catedral de Barcelona; la imagen de Nuestra Señora de Atocha, con el manto regalado por la reina Isabel II; el Arca Santa de Oviedo; y las Cadenas de Navarra, ganadas en las Navas de Tolosa aportadas por la colegiata de Roncesvalles. La misa de pontifical estuvo oficiada por 19 obispos encabezados por el cardenal Isidro Gomá, titular de Toledo y primado de España quien dijo que la espada de Franco, que en ese momento recibía, había terminado para siempre con el pensamiento de Kant. El generalísimo en su oración al Señor le pidió que aceptara complacido “el esfuerzo de este pueblo, siempre tuyo, que conmigo, por Tu Nombre, ha vencido con heroísmo al enemigo de la Verdad en este siglo” Y añadió: “Señor Dios, en cuya mano está todo Derecho y todo Poder, préstame Tu asistencia para conducir este pueblo a la plena libertad del Imperio para gloria Tuya y de Tu Iglesia”.      

"El recurso más eficaz es la repetición hasta crear en la audiencia el reflejo condicionado. Casi nadie se siente comprometido a dar explicaciones. Se prefiere aumentar el volumen de la megafonía hasta el aturdimiento y la vuelta al estribillo propagandístico en lugar de la apuesta por la racionalidad discursiva"

Cuentan los periódicos que, terminado el oficio, el cortejo salió de la iglesia, bajó por la calle de Bárbara de Braganza, giró a la derecha por el paseo de Recoletos, cruzó Cibeles y accedió al patio central del Banco de España, donde el general Andrés Saliquet, jefe del Ejército del Centro, iba a ofrecer un Vino de Honor al Generalísimo y a los generales, jefes y oficiales que la víspera habían desfilado al frente de 120.000 hombres por el paseo de la Castellana. Fue entonces cuando pronunció una breve y encendida arenga en la que hizo el elogio del soldado español, apenas sin instrucción, para el que no fueron obstáculos ni las nieves de Teruel ni los riscos terribles del Pirineo. Luego marcó nuevos y más ambiciosos horizontes, puso a todos en guardia permanente y añadió: “nosotros tenemos ahora que derribar la frivolidad de un siglo, que desterrar hasta los últimos vestigios del  fatal espíritu de la Enciclopedia”.  
Así que a quienes venían de las más duras batallas de la guerra que entonces concluía ahora les esperaban otras más decisivas nada menos que contra el espíritu de la Enciclopedia. Es de imaginar el desconcierto entre quienes tenían las manos encallecidas con el uso de las armas pero carecemos de crónicas de ambiente donde quedara reflejada esa perplejidad. Claro que hubieran podido adivinarse en las palabras de Franco algunos ecos del discurso de José Antonio en el teatro de la Comedia cuando la fundación de Falange Española. Allí Primo de Rivera había advertido que “cuando un hombre nefasto llamado Juan Jacobo Rouseau escribió El contrato social la verdad política dejó de tener entidad permanente”. Soldados valerosos, apenas instruidos, iban a arremeter contra la Enciclopedia. Una arremetida a la que había convocado mucho antes el líder tradicionalista Víctor Pradera.
Pero estas convocatorias para combatir con las armas en la mano o con la dialéctica disponible tampoco son exclusivas de caudillos militares o de figuras del fascismo o la extrema derecha. Ahí está nuestro Joaquín Costa, líder del movimiento regeneracionista que en su obra Crisis política de España proponía el programa de cerrar con siete llaves el sepulcro del Cid. Y en esa misma línea Nicolás Sarkosy, el nuevo presidente de la República, ha hecho emblema de su campaña “enterrar mayo del 68”. Vuelve la lucha de los símbolos. Nos aguardan los nuevos trabajos de Hércules. Atentos

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