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ENSXXI Nº 15
SEPTIEMBRE - OCTUBRE 2007

JOSÉ ARISTÓNICO GARCÍA SÁNCHEZ
Decano del Colegio Notarial de Madrid y director de esta revista

A primeros del próximo mes de octubre, se reúnen en Madrid notarios de todo el mundo para participar en el XXV Congreso Internacional de la Unión Internacional del Notariado.
Esta Unión, que fue proyectada por José Adrián Negri en el primer Congreso celebrado en Buenos Aires en octubre de 1948 y cristalizó formalmente en el II Congreso celebrado en Madrid dos años después, ha tenido tal vis atractiva que ya engloba a más de 80 países que representan mas del 50% de la población mundial, más de 3.000.000.000 de personas.           
Este asombroso crecimiento no nos puede sorprender. El notario en la versión de la Unión, asentado sobre el trípode del asesoramiento, la autenticidad y la legalidad, es el arquetipo y símbolo de la seguridad en el ámbito negocial. Y la seguridad, objetivo en la teoría de Hobbes del primer contrato social por el que el hombre llegaba a ceder nada menos que su libertad natural, sigue constituyendo hoy como gráficamente dice Stephen Zweig en Memorias de ayer el ideal de vida del hombre, la aspiración máxima de la humanidad.
La “notación” pública y auténtica de los negocios, --de donde nace la palabra notario- que por primera vez dio seguridad a las transacciones fue una de las bases desde las que en la Edad Media despegó la economía de mercado que, alimentada por el liberalismo ideológico y social aportados por el Renacimiento y la Reforma, permitió el desarrollo económico de Occidente durante siglos. Y no ha sido de orden menor la contribución que a la convivencia y al crecimiento económico ha prestado y presta la institución notarial allí donde se ha implantado.
Los embates que sacudieron la institución notarial hace dos décadas desde la hoy desacreditada Escuela de los neocons de Chicago, que predicaban como nuevas tablas de la Ley el mantra del mercado infalible, han tenido el efecto boomerang de consolidar la institución notarial, demostrando su valiosa economicidad, es decir  que su coste es inferior a la plusvalía que aporta a la convivencia social, en especial por la notable reducción del contencioso postcontractual que genera.

"La 'notación' pública y auténtica de los negocios –de donde nace la palabra notario–, que por primera vez dio seguridad a las transacciones fue una de las bases desde las que en la Edad Media despegó la economía de mercado"

Sólo la desinformación o campañas orquestadas donde intereses no confesables, como la que poco ha puso en marcha el Banco Mundial en su Doing Business 2004, pueden poner en duda la racionalidad y contribución al progreso social que la institución notarial ha prestado siempre. Siglos de experiencia han demostrado que el control notarial en origen, es decir ex ante, es más económico y eficaz para el crecimiento de los países subdesarrollados y para asegurar el derecho de propiedad en sectores marginados, que cualquier otro control ex post. La contribución notarial a la elaboración de títulos de propiedad a nombre de los menos favorecidos, es, como poco ha se puso de relieve en jornadas organizadas por este Colegio de Madrid la contribución a la construcción de una sociedad más justa de la que el Notariado debe sentirse más orgulloso. Sólo los títulos legalmente emitidos e inscritos en los Registros Públicos fiables alcanzan un valor con trascendencia metajurídica. Y para alcanzarla garantizando unas transmisiones rápidas, seguras y a bajo costo, deben confluir cuatro constantes:
1) que el título sea creado directamente por funcionarios que garanticen la identidad, capacidad y libre consentimiento de los contratantes,
2) que el título garantice por sí mismo la legalidad, la fecha y la veracidad de su contenido,
3) que el título se pueda inscribir con facilidad, rapidez y a bajo costo en un Registro público eficiente, moderno y con base geográfica,
4) que se evite la duplicidad de verificaciones y funciones que no sólo demoran el proceso de formalización sino que incrementan los costos en perjuicio de los más pobres,  y que suelen generar una  conflictividad artificial y estéril, que enturbia el proceso y marchita la creatividad jurídica.
Son justamente, como en este mismo número de EL NOTARIO DEL SIGLO XXI nos recuerda el maestro Rodríguez Adrados, los requisitos de los notariados adscritos a la Unión.
También los fenómenos que marcan la nueva era, como la globalización, la revolución de las comunicaciones y los atentados del 11-S, han demostrado no sólo que esta institución ha superado el reto de adaptación con que algunos agoreros la habían amenazado, sino todo lo contrario: que sigue siendo más necesaria que nunca para dar seguridad, en un sistema liberal globalizado, a los que cada vez más frecuentes actos y negocios transfronterizos, a los que la intervención notarial debe dotar de seguridad, autenticidad y legalidad, trasmitiendo siempre a los ciudadanos y a los empresarios, como dice el Presidente Lourini, el mensaje de que los negocios formalizados ante notario tienen estabilidad y son fiables porque están ajustados a la legalidad.

"También los fenómenos que marcan la nueva era, como la globalización, la revolución de las comunicaciones y los atentados del 11-S,  han demostrado que esta institución ha superado el reto de adaptación con que algunos agoreros la habían amenazado"

De ahí la importancia creciente de este Congreso y de esta Unión Internacional de notarios, debida a la intuición visionaria de un notario de Buenos Aires, José Adrián Negri, completada por la tenacidad y el genio de otro notario de Madrid, Rafael Núñez Lagos, quienes ya en 1950 percibieron esta necesidad que ha terminado marcando, como poco ha escribía Mario Niccoli en EL NOTARIO DEL SIGLO XXI, una estela de progreso para el Notariado y la sociedad mundial. Recordemos que ya en 1950 Negri afirmaba que “si el Notariado quiere ponerse a tono con las exigencias de la vida moderna, si el Notariado quiere mantener su rango de institución de primordial importancia en lo jurídico, lo social y económico de la sociedad del progreso, ha de marchar unido hacia sus grandes destinos, o sucumbirá inevitablemente en forma de un organismo del Estado, sin alma, sin vida, sin calor, sin el espíritu de servir que le ha venido caracterizando”. Y la historia le esta dando la razón.
El Colegio Notarial de Madrid, cofundador de esta institución, en cuya sede se redactaron tanto la carta constitutiva como los Estatutos de la Unión, que ha contribuido  a los éxitos de la Unión aportando lo mejor de  sus hornadas, tanto los ya citados como Manuel de la Cámara, Gómez-Martinho, Delgado de Miguel, los tres recientemente fallecidos y a los que dedicamos el mejor de los recuerdos, y otros venturosamente entre nosotros como Vallet de Goytisolo o Rodríguez-Adrados, da la bienvenida a todos los participantes en este Congreso y les comunica que su sede hoy como ayer, a fuer de su carácter ecuménico y cosmopolita de que siempre ha hecho gala, mantiene abiertas sus puertas para todos los participantes en este Congreso. A todos, como dijo Alejandro Santamaría, a la sazón decano de este Colegio, en el 2ª Congreso os digo: “Nuestro Colegio de Madrid es vuestro, como siempre lo fue, y nuestra gratitud profunda por haber venido a fundiros con nosotros, notarios madrileños, en esta gran ocasión mundial” de que esperamos que la institución salga fortalecida para seguir  demostrando su racionalidad y su utilidad social.

AL CIERRE DE REDACCIÓN ...

Lamentamos comunicarle que, al cierre de la redacción de esta revista, elaborada en gran parte para conmemorar la celebración del XXV Congreso de la UINL, no podemos garantizar la forma en que se podrá distribuir entre los congresistas. Tanto al Colegio Notarial de Madrid, en cuya sede se constituyó y aprobaron los Estatutos de la Unión, como a la Fundación y Academia matritenses, se les ha negado expresamente el alquiler de una stand por el Presidente del Consejo General del Notariado quien, además, ha vetado la circulación de esta publicación en el Congreso. No puede haber más razón que su personal desacuerdo con la línea editorial de nuestra revista que, desde su fundación, se ha limitado a expresar pública y respetuosamente una visión del notariado que, sin perjuicio de ser una crítica con la oficial, es compartida por una gran cantidad de compañeros.
La quema de libros, la censura y la prohibición de publicaciones son manifestaciones de un mismo fenómeno: la aversión total a la libertad de expresión. El Colegio de Madrid hará todo lo que esté a su alcance para que el legítimo derecho de todos los congresistas a ser informados no se vea vulnerado por arbitrarias decisiones unilaterales.

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