ENSXXI Nº 16
NOVIEMBRE - DICIEMBRE 2007
DISCURSO INAUGURAL DEL CONGRESO POR SU ALTEZA REAL EL PRÍNCIPE DE ESPAÑA
Señora presidenta de la Comunidad de Madrid, Señor Ministro de Justicia y notario mayor del Reino, señor presidente del Consejo del Notariado de España, señor presidente de la Unión Internacional del Notariado Latino, señor presidente y miembros del Comité organizador de este congreso, querido presidente de honor de Ia Unión Internacional, don Juan Vallet de Goytisolo, autoridades, señoras y señores, muy buenos días.
Es un verdadero honor para Ia princesa y para mi acompañarles a todos ustedes en este acto para presidir la lnauguración del 25 Congreso Internacional del Notariado en Madrid. De modo que agradecemos mucho su invitación, así como las amables palabras que nos han dirigido todos los que han hecho uso de la palabra.
Es la tercera vez que España acoge este congreso en el que cada tres años se dan cita representantes de la función notarial de 75 naciones de América, Asia, África y Europa. AI tomar Madrid el relevo de la gran ciudad hermana de México Distrito Federal que albergo la edición del año 2004 es un verdadero placer para mí darles la bienvenida más cordial a España a cuantos participantes nos visitan del extranjero para esta importante reunión.
Permítanme, por su eficaz tarea organizadora, expresar nuestra felicitación sincera al Consejo General del Notariado de España, a sus miembros y al Comité Organizador de este congreso, a todos ustedes, anfitriones y visitantes les deseamos que el desarrollo de estas jornadas de debate, reflexión e intercambio de ideas y experiencias comunes convocadas por la Unión Internacional del Notariado sean un auténtico disfrute.
Esta es sin duda una excelente oportunidad para resaltar públicamente ante Ia sociedad Ia tradicional y creciente importancia de Ia función notarial, su indudable contribución a la paz social y su trascendental dimensión económica y social, al constituir un pilar esencial para Ia seguridad del tráfico jurídico en nuestra sociedad. Es así porque en nuestro sistema notarial de tipo latino, basado en el derecho romano germánico, corresponde al notario desarrollar una importante labor consistente en ejercer un control de Ia Iegalidad en los documentos que autorice y buscar una solución equilibrada que garantice la seguridad jurídica y el respeto a Ia Iibertad contractual desde una posición de independencia e imparcialidad, de equidistancia respecto de los intereses de las partes. Estas características son las que definen al notario y las que explican el reconocimiento y el alto prestigio acumulados por los notarios en los países representados en este congreso.
Como heredero de La Corona permítanme que dedique un merecido tributo de gratitud y admiración a todos los notarios españoles por su rigurosa preparación, reconocida autoridad jurídica y encomiable profesionalidad, imparcialidad y dedicación.
En Europa los orígenes de Ia función notarial se remontan a Ia Baja Edad Media cuando se genera un sistema de seguridad contractual destinado a evitar la existencia de negocios fraudulentos, ilegales, injustos o simplemente defectuosos. En el caso de España es evidente Ia aportación del notariado a nuestro desarrollo económico, sobre todo desde Ia formación de Ia Ley Orgánica del Notariado de 1862. En la actualidad las necesidades a las que dio respuesta dicha ley siguen siendo las mismas, si bien en un contexto muy diferente. De un lado, el proceso de integración global derivado de las nuevas tecnologías y de otro, la necesidad de dotar al estado de instrumentos eficaces en Ia lucha contra el fraude. Estas dos realidades han obligado a modificar dicha ley para, sin alterar sus esencias, adaptar Ia necesidad notarial a los nuevos tiempos.
Por ello, desde el año 2001, el notario utiliza a diario esas nuevas tecnologías en sus relaciones con las administraciones públicas y los ciudadanos y, desde el 2005, colabora de modo más eficaz con Ia administración de justicia en Ia prevención de los modernos tipos de fraude.
A Io largo de este congreso internacional ser van a abordar dos temas de especial calado referidos por un lado al documento notarial como instrumento de desarrollo de Ia sociedad y por otro a la actividad notarial en los medios rurales y urbanos. Todo ello bajo el lema: "el notariado, una institución mundial". No cabe duda de que hoy, más que nunca, el notario dispone de unos mismos principios que refuerzan su indudable dimensión y proyección mundial. La función notarial, que ha contribuido en buena medida a Ia modernización de nuestras sociedades, adquiere en la actualidad una nueva relevancia como instrumento clave generador de Ia debida confianza para poder aprovechar las oportunidades y superar los retos derivados de Ia creciente internacionalización de las relaciones jurídicas, producto de los fenómenos de integración regional y de globalización La función notarial reviste, asimismo, un especial interés y dispone de una particular eficacia para coadyuvar el crecimiento económico y social del mundo rural. Particularmente en los países en vías de desarrollo, por ejemplo, mediante una acreditación estable accesible y segura de los títulos de propiedad. Todo un conjunto de realidades que, sin embargo, no alteran el hecho de que sea la persona, sus derechos, su dimensión económica, social y familiar la que constituye el referente esencial de Ia función notarial.
Por otro lado, en el actual modelo de economía de mercado, Ia búsqueda de la seguridad jurídica impone un sentido de anticipación o de preservación que dota de un renovado contenido a la institución notarial. Esta orientación preventiva de los modernos instrumentos de seguridad jurídica procura que los negocios jurídicos se formalicen sin vicios e irregularidades; es decir, sin gérmenes de un ulterior conflicto.
La seguridad jurídica consagrada en la Constitución Española de 1978 es un principio básico del constitucionalismo moderno y una de las funciones esenciales del estado de derecho, además de una de las metas que debe conquistar Ia comunidad internacional en su conjunto. Estoy convencido de que este congreso internacional les permitirá ahondar en el mejor conocimiento de nuestras respectivas realidades jurídicas nacionales, de las nuevas demandas que se plantean por parte de nuestras sociedades y también de las distintas soluciones que cabe contemplar para atenderlas. Todo ello reforzara sin duda Ia necesaria cooperación internacional de nuestros notarios pensando en el mejor servicio a nuestros ciudadanos y países en este mundo nuestro cada vez más interdependiente y globalizado.
Con este espíritu la princesa se une a mí para desearles nuevamente una muy feliz y fructífera estancia en Madrid, así como muchos éxitos en sus trabajos y ahora me cabe el alto honor de declarar inaugurado el vigésimo quinto congreso internacional del notariado en Madrid.