ENSXXI Nº 16
NOVIEMBRE - DICIEMBRE 2007
El nuevo presidente de la UINL comenzó valorando su elección como un reconocimiento a la jerarquía del notariado argentino, en particular, y de los notariados americanos en general. Esta nueva y cualitativamente superior responsabilidad supone un extraordinario compromiso: frente a la comunidad notarial y frente a la pluralidad de desafíos externos, que afectan a la esencia misma de la misión de los notarios como funcionarios públicos y profesionales del derecho. En un escenario difícil, el notariado latino ha sabido posicionarse involucrándose en los procesos de renovación y cambio, promoviendo la justicia y la equidad, el respeto a los derechos fundamentales del hombre y una más justa distribución de la riqueza y de las oportunidades, lo que ha llevado a que los más diversos pueblos del mundo hayan aceptado y reconozcan a la institución notarial como garantía necesaria de la legalidad de los actos.
La naturaleza de las cosas en el siglo XXI indica lo insoslayable de la inserción en la sociedad, con criterios modernos ante realidades cambiantes que a diario solicitan una respuesta cohesionada y esencial para la seguridad y eficacia del tráfico jurídico-económico, sin distinción de espacio dentro de una perspectiva globalizada. Ante este panorama adquiere particular valor el concepto de Deontología Notarial. Su mención lleva a evocar aquel decálogo que presentara José Adrián Negri, el inspirador de la Unión, en el Congreso Nacional del Notariado Argentino, realizado en la ciudad de Córdoba en 1944. De aquellas bases éticas y operativas, que por otra parte son connaturales al quehacer del notariado, devenimos hoy en los Principios de Deontología Notarial que aluden a la preparación profesional, a las relaciones con los colegas y los órganos profesionales, a la competencia, a la intervención personal del notario, al secreto profesional, a los criterios de imparcialidad e independencia y, en fin, a la diligencia y a la responsabilidad del notario.
A partir de aquel apotegma que dice que solo se asume lo que se conoce, insistiremos en la importancia de la comunicación como elemento sustantivo y no meramente formal, de acercamiento entre nuestras comunidades notariales, nuestros pueblos y nuestras culturas. Comunicación de iniciativas, esfuerzos, proyectos, tareas, fines y objetivos. A tal fin, reconocemos un especial cometido a nuestra Oficina Permanente de Intercambio Internacional, y trataremos de fortalecer en todo lo posible las herramientas de su actividad. Ya no basta con saber, con hacer, con saber hacer, sino que además y sustantivamente, hay que hacer saber. La prensa y la difusión, son extensiones utilísimas de la tarea de la Presidencia. La información, base de toda decisión, debe circular rápida y claramente. Estamos en el tercer milenio y todos deben saber de nosotros, en particular aquellos organismos nacionales e internacionales que se vinculan directa o indirectamente con nuestro quehacer notarial. El contacto y diálogo con esas organizaciones, las políticas y las financieras, las económicas y las culturales, es una exigencia funcional, si deseamos optimizar el cumplimiento de nuestras objetivos. Es una verdad incontrastable que el notariado puede desempeñar una función única y extraordinaria: actuar de puente y lugar de encuentro entre civilizaciones y culturas distintas, en razón de estar hermanado por valores y objetivos comunes.