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ENSXXI Nº 16
NOVIEMBRE - DICIEMBRE 2007

JORNADAS CONJUNTAS BANCO DE ESPAÑA Y COLEGIO NOTARIAL DE MADRID
La protección del consumidor en la contratación bancaria

JOSÉ ANTONIO ALEPUZ
Secretario General del Banco de España

Antes que nada quiero agradecer personalmente a todos los profesionales que han participado en estas jornadas y a los propios asistentes su participación en las mismas.  Quiero dar especialmente las gracias al Colegio de Notarios de Madrid, por el importante esfuerzo organizativo realizado, a la CNMV por su amable cooperación y, aunque quizás corresponda a otros glosar este agradecimiento, al propio Servicio de Reclamaciones del Banco de España.  Ambos han hecho posible que estas breves pero intensas jornadas hayan podido desarrollarse con éxito. Me gustaría también dar las gracias al autor “embrionario” de esta idea. D. JOSE ANGEL MARTINEZ SANCHIZ, Notario de Madrid, quien me propuso hace algunos años esta idea.  Los que conocen a Jose Ángel saben bien de sus inquietudes intelectuales y de su amor por la excelencia profesional.  Yo tuve el placer de conocerle personalmente allá por 1992 cuando coincidimos como miembros de un tribunal de oposiciones a registradores de la propiedad.  De aquellos polvos vienen estos lodos, pues la misma curiosidad que en mi despertaba su profundo conocimiento de la profesión de notario, a él le despertaba mis siempre magros conocimientos de la realidad financiera.
Mas que clausurar, término que encierra una suerte de idea “liquidativa”, quisiera que me permitiesen hacer lo que los anglosajones denominan “wrap up” o envoltura de estas jornadas de interacción.  No quiero emplear el término “clausura” porque entiendo que lo que ha tenido lugar durante estas dos jornadas no ha sido sino lo que el decano del colegio hace algo mas de un año calificó de “comienzo de una andadura conjunta”. Además, considero que no es buena política clausurar comienzos y menos cuando estos se revelan tan fructíferos como el presente y quedan tantos capítulos por escribir.  Esto es pues un punto y aparte, no un punto y final.
Salvando la larga tradición histórica de nuestro cuerpo notarial, Notariado y Servicio de Reclamaciones tienen muchas notas en común. No sólo tienen por clientes (en el sentido mas amigable y extenso del término) a los usuarios de servicios financieros y bancarios, sino que sus producto estrella  (la fé pública en el primer caso y la definición de buena práctica bancaria en el segundo) son fruto no de la “potestas” sino de la “auctoritas”.  
La fé publica es el resultado de la consolidación de una larga práctica profesional y de la elaboración de un cuerpo de doctrina y eso es precisamente lo que lleva a la convicción social de que “nihil prius fide”,  y se traduce en el extraordinario beneficio probatorio del instrumento notarial.
Algo similar acontece con la doctrina del servicio de reclamaciones que, carente de eficacia coercitiva, sin embargo es objeto de voluntaria observancia y en ocasiones de cita judicial de autoridad por cuanto se entiende que la función institucional que realiza el servicio permite despejar a priori dudas sobre su parcialidad. Lo más importante del contenido de las memorias anuales del Servicio de Reclamaciones es aquel cuadro que muestra el altísimo grado de aceptación voluntaria -por parte de las entidades reclamadas- de la doctrina que emana de las resoluciones del servicio que este año cumple 20 años de existencia.  
No obstante esa coincidencia inicial, ante un potencial mercado de usuarios coincidentes, el notariado trabaja esencialmente en el sector de la “originación” del negocio mientras que la práctica del servicio de reclamaciones está orientada a la resoluciones de diferencias en la fase de ejecución o liquidación de aquellas relaciones jurídicas.  
Pero, lejos de separarnos, esta nota pone de relieve el potencial que ambas instituciones tienen -merced a la práctica y conocimiento que sus funciones les permiten acrisolar -para alinear los incentivos correctos que permitan la mayor satisfacción de intereses recíprocos que deben existir en toda relación negocial, minorando los indeseables costes legales asociados a incumplimientos defectuosos de lo pactado.
Y si ello era así históricamente, hoy con mas razón, debido por un lado a la consolidación en el cuerpo notarial de otras figuras que antaño proyectaban sus funciones sobre esferas específicas del tráfico financiero, y de otro a la aparición de productos financieros mas complejos que demandan un análisis multidisciplinar mas sofisticado.
Por otro lado la posición institucional del notario le permite, mejor que a nadie, analizar el cumplimiento de esos preceptos “protectores” y – en un mercado que naturalmente tiende a la estandarización- evitar que ésta convierta en agua de borrajas la protección que el ordenamiento jurídico quiere dispensar a quien deseoso de descontar su futuro en el sistema financiero, no tiene capacidad efectiva para “consensuar”.   
Decía ayer el decano en su presentación que casi todos los contratos pasan por las manos del notariado.  Permítanme ir un poco mas lejos.  El ordenamiento jurídico financiero es aquella parte del ordenamiento jurídico por donde transitan la mayor cantidad de negocios jurídicos en un sistema dado.  Tal es el volumen de negocios que el residuo seguramente se convertiría en un subconjunto de aquel.  Y sin embargo, su aspecto mas troncal (el funcionamiento de la banca como sector regulado de actividad), es seguramente al que menos espacio jurídico se le ha dedicado en términos cuantitavos.  
Por decirlo en jerga economicista,  lo que el notariado coadyuva a originar en el sector financiero, constituye un elemento trascendental del activo del balance bancario. La mas perfecta “predecibilidad” de lo que el devenir del contrato pueda producir supone mitigar extraordinariamente el riesgo de crédito.  En la medida que consigamos hacer este proceso mas perfectible, estaremos fomentando la estabilidad del modelo financiero.    
Por tanto, lo que el notariado hace es financieramente muy importante  aunque, en ocasiones, lo tomemos como valor entendido.  La práctica notarial deja muchísimo espacio para el conocimiento y las instituciones, incluida el notariado, en un ejercicio de responsabilidad social, deben saber manejar eficientemente ese repositorio de conocimiento, extrayendo consecuencias y formulando recomendaciones que ayuden a mejorar el modelo, haciendo mas accesible, mas predecible y mas eficiente la fase de originación de productos bancarios.   
Nos queda un largo camino por delante y durante estos dos días hemos colocado la primera piedra. Estoy seguro que no seré yo quien clausure este proceso, pero me cumple la satisfacción de dar fé de que lo hemos empezado.  Estoy seguro que las próximas jornadas podremos orientarlas en torno a temas específicos, identificando objetos de discusión troncales y generando ideas que gocen de la “auctoritas” de los que se toman en serio su trabajo.

 

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