ENSXXI Nº 17
ENERO - FEBRERO 2008
De nuevo en la CE se manejan informes que aconsejan la desregulación entre otros del sector notarial, en concreto la liberalización del arancel y del numerus clausus de establecimiento, medidas que según las doctrinas economicistas serían el maná que permitiría a la sociedad europea llegar a la tierra de la eterna felicidad. Otra vez estamos ante informes de parte elaborados en el aura del economicismo colonizador anglosajón por economistas genuflexos ante las nuevas tablas de la ley, el mercado omnipotente e infalible.
Ciertamente no es fácil inducir de los múltiples estados de la Unión una crítica o sistema uniforme, pues poco tienen en común las sociedades anglosajonas y nórdicas con las sureñas y latinas. El diferente valor que a la buena fe por ejemplo o al falso testimonio dan unos y otros, debería bastar para evaluar con cuidado los diferentes factores que inciden en la seguridad contractual de unos y otros mercados. Y poco tiene que ver el cuasi-inexistente notario anglosajón con el notario español que, siendo el de inferior coste de la Unión, es funcionario que ejerce un poder público y presta al Gobierno y a la sociedad una impagable colaboración en los temas más sensibles.
No podemos, por ello, estar de acuerdo con dicho informe. Si partimos de que está superada la doctrina neoconservadora del estado pasivo y el mercado autorregulado, que acabó destrozada por la experiencia de los mercados del este europeo, y estamos convencidos de que los mercados necesitan organismos reguladores independientes no solo del gobierno sino también de los miembros del propio mercado, la machada de desmontar un mecanismo regulador acreditado durante siglos como es el notariado para explorar luego con otro de eficacia por comprobar, sería una maniobra cuando menos insensata. Porque el notariado, no lo duden, pertenece a esa categoría aludida por Habermas de mecanismos estructurales depurados tan dotados de racionalidad como difíciles de sustituir, al menos en las sociedades latinas.
Véase las consecuencias, ciertamente negativas, de la única experiencia que se conoce de desregulación, además en un país cercano al mundo anglosajón como es Holanda. Recordemos en nuestro país las consecuencias de la desregulación cambiaria y bursátil que ha trasladado a los consumidores mayores costes y menor fiabilidad. Todos los argumentos empíricos de que disponemos son contrarios a la tesis desreguladora.
Compárese, además, el informe de parte que maneja la CE con otros anteriores de superior enjundia que existen y tienen mayor rigor. Y esperemos que tras un análisis más profundo de la realidad, los sesudos responsables europeos comprueben que la institución notarial latino-germánica es sin duda perfectible, pero contaminarla con las reglas del mercado que ha de controlar equivaldría a privarla de sus atributos básicos con lo que perdería su racionalidad y su utilidad social.
EL NOTARIO DEL SIGLO XXI, que recibió el informe estando este número en máquinas, asume el compromiso de demostrarlo.