ENSXXI Nº 19
MAYO - JUNIO 2008
JOSÉ ARISTÓNICO GARCÍA SÁNCHEZ
“CHESIL BEACH” de Ian McEwan
Ian McEwan que deslumbró hace tres años al mundo literario con una obra épica, un verdadero poema sinfónico, Expiación, nos sorprende ahora con una novela intimista, una obra de cámara, aparentemente menor cuya grandeza emerge a borbotones de la deliciosa exhibición de sensaciones encadena con que en ella nos deleita. Era propósito del autor meterse en la mente y tratar de comprender a todos los que tienen dificultades en la vida por ser incapaces de expresar sus emociones. Y para ello novela en forma minuciosa la noche de bodas entre una mujer de la alta burguesía y un estudiante de clase social inferior, procedente de un villorrio, en la Inglaterra atormentada de los años 60 transida aún de la moral victoriana y en vísperas de llegar al agotamiento nihilista, una sociedad hipócrita y frustrada cuyas crecientes inhibiciones la hicieron estallar desembocando en las comunas, los Beattles, Mary Quant y otras formas de liberación de lo que hasta entonces parecían tabúes invencibles.
El choque inexorable de sensibilidades entre dos personas que, aunque dominadas por la misma atmósfera asfixiante de los prejuicios morales y las dependencias de clase, diferían en educación, recursos y procedencia social que, recurriendo de nuevo al universo musical, el autor simboliza en la afición de Edward por el jazz y la percusión que por esencia está excluida de la música de cámara que Florence, que era violinista, practica, da al autor ocasión para desplegar una deslumbrante gradación de matices en los sentimientos más delicados e íntimos de sus personajes. Tras el choque central ella, antes de abocar a la decepción y el desencanto, siente un temor culpable pero también piedad. Edward, en cambio, fue presa de la tristeza y sufrió los inicios de un ánimo ensombrecido con un rastro de veneno, la ira... y cuando un nuevo hormigueo acuciante le empezaba a alejar de juicios tan severos, se resistía.
La novela es un alegato contra el integrismo pos-victoriano, contra el oscurantismo y la represión, contra la tiranía de esas sociedades puritanas y encogidas que –como la Inglaterra de la posguerra que aun así y todo extendió su influencia como prototipo sobre la burguesía de media Europa—, imponen penas de exclusión y condena al que no observa sus dictados hasta en los ámbitos mas nimios como moda y modales, provocando la asfixia moral y anímica de las almas. También contiene un análisis de los efectos negativos que cualquier atmósfera atosigada por la moral, la religión o los usos sociales produce sobre las personas en forma de incomunicación y autorrepresión. Florence sufre una presión interior, se siente obligada a decir no, y termina en una aversión psicopàtica al sexo y quizá en la frigidez.
Pero sobre todo la obra, autentico best-seller en Inglaterra y en casi toda Europa, es una deslumbrante sinfonía de matices en los sentimientos de los protagonistas que deleitará a los lectores sensitivos más exigentes.
La extraña de Sandor Marai
Obligado es encomiar una nueva obra, recién publicada por Ediciones Salamandra, del escrito húngaro que tantas veces hemos elogiado en estas páginas y que día a día se va consolidando como uno de los grandes de la literatura europea del S. XX, Sándor Márai. Ya hemos comentado elogiosamente otras obras suyas, concretamente La mujer justa, Confesiones de un burgués, La hermana o esa pequeña joya que es El último encuentro. Ahora me refiero a “La extraña”, otra novela sensitiva del más intimista de aquella pléyade de escritores de la mittel-Europa de entreguerras que vivieron y narraron el desmoronamiento del Imperio austrohúngaro y de todos los valores que lo sustentaban.
Como en ocasiones anteriores, el personaje central de esta excelente novela participa de esa conciencia exhausta y fatalista de quienes sienten haber agotado todas sus reservas de energía y esperanza. La experiencia, dice, no puede ser un fin en sí misma... tanto menos desde que no existe ningún fin. Marai trata de llegar al fondo de la razón atormentada de un profesor que a su vez apura los últimos vestigios de la luz de su alma en la mujer desconocida que ocupa la habitación contigua a la suya en el hotel. Pero la respuesta que llevaba 47 años sin encontrar ni en los libros si en su conciencia no era probable encontrarla en la intimidad de una mujer. El fatalismo y el desmoronamiento moral son más profundos: su personaje no conoce la respuesta, pero tampoco tiene clara la pregunta.
Una exquisita combinación de psicoanálisis y nihilismo expuesta primorosamente a partir de una sonrisa irónica y cruel de una mujer extraña en un hotel-balneario decadente de Dubrovnik.
Narración maldita
También ha aparecido una narración insólita, un cuento parabólico que da rubor recomendar, un ejemplar único de un autor maldito, un pintor frustrado y un cantautor renegado, Serge Gainsburg, macarra y alcohólico, que con Kerouac y Burroughs compuso la trilogía de epígonos de la generación beat de los sesenta. Su obra escrita única, Eugueniev Sokolov, escatológica y repugnante, es sin embargo coherente, intuitiva y reputada. Ha sido capaz de fabular, con cinismo, sarcasmo y mordacidad, lo que muchos y al parecer él mismo pensaron de los audaces y descarados papanatas de la abstracción pictórica (alguna).
McMafia: El crimen sin fronteras (Misha Glenny)
Todos recordamos la aparición el 1968 de la que ha sido la más famosa obra sobre la mafia siciliana en Nueva York “El Padrino”. Era una novela de trasfondo real. Pero la mafia es un fenómeno universal que la humanidad reproduce en cuanto encuentra oportunidad. El libro que comentamos no fabula, es un testimonio directo de hechos reales.
Misha Glenny es un periodista corresponsal de la BBC y The Guardian en los países del Este y ha sido testigo presencial del trasiego de personas, drogas y misiles efectuado por bandas del crimen organizado en la península de los Balcanes “una de las cloacas más sucias del mundo”, asegura. Pero no se ha limitado a esa zona. Sus investigaciones sobre actividades mafiosas, el tráfico criminal de drogas, opiáceos y de diseño, mujeres, menores, armas y uranio, se extienden a Sudáfrica, Egipto, Israel, Colombia, Rusia, Japón, Nigeria, y el mundo árabe, singularmente los Emiratos.
El libro no destaca por su técnica, la más frecuente en el periodismo de investigación, iniciada machaconamente con la descripción de escenas cotidianas protagonizadas por personajes desconocidos que por sorpresa sufren una interrupción inesperada que capta la atención del observador, a partir de la cual comienzan la exposición y los mensajes. La utilización sistemática de esta técnica obliga al lector a cambiar continuamente de escenario y convierte una obra sobre la criminalidad organizada global en un conjunto de crónicas en cierto modo desconectadas sin la necesaria ilación general que la hay. Pero el lector ve compensado este reparo con el estilo ágil y directo y el poderoso atractivo que desprenden los reality-shows que narra.
De excepcional interés son los capítulos referentes al nacimiento y desarrollo de los mercados en Rusia tras la caída del muro, que constituyeron una gigantesca probeta de laboratorio para la Escuela de Chicago de la economía de mercado que convenció a todo el mundo –menos a algunos de sus prebostes--- que no es posible un mercado sin reglas y controles, y las crónicas que desvelan los misterios del blanqueo de capitales en el mundo. Los paraísos fiscales, pero muy en especial los Emiratos Árabes Unidos y en concreto Dubai, con su absoluta opacidad fiscal y bancaria, se ha convertido en un polo de atracción de dinero negro y de las compañías de los oligarcas mafiosos. De allí, asegura, recibieron los recursos necesarios los pilotos suicidas del 11-S, que cambiaron el rumbo de la historia de la humanidad.
Quizá lo mas inquietante de la investigación de este libro sobre el trafico criminal de drogas, personas y armas sea unas veces la connivencia y otras la participación directa de algunos Gobiernos y de algunos de los prohombres respetables de las grandes empresas aparentemente impolutas. Muy instructivo.