BALANCE DE UN CUATRIENIO

Atendiendo la llamada que el Consejo de Redacción hizo en el número anterior para analizar el mandato prorrogado que ahora culmina, el NOTARIO DEL SIGLO XXI ha recibido  los artículos  que transcribimos, cada uno de los cuales valora un aspecto de la gestión de los actuales mandatarios, los primeros por cierto que actúan de forma profesionalizada.
El balance no es positivo. Ha habido esfuerzo y dedicación, no cabe duda, incluso algunos aciertos como la presentación telemática o el Índice Único, este último en cierto modo empañado por el entreguismo con que se ha gestionado. Pero hay más errores y fracasos. Los mandatarios han centrado su gestión en la obtención de un Reglamento, pagando por él un precio excesivo, demasiadas concesiones y la inmolación de algunas de las señas de identidad del notariado, la independencia (art. 24 LN) y la confidencialidad  (art. 17 LN), para recibir luego a cambio un Reglamento trufado con el art. 143 R.N. y cercenado luego por el T.S. (S. 20-5-08), recortes ambos que suponen la agresión más importante contra la fe pública que el Notariado ha recibido en toda su historia. Esto, las rebajas sucesivas de aranceles, los despilfarros consiguientes a una línea tecnológica errática y atropellada y la pérdida global de imagen corporativa, son las principales imputaciones a una gestión que termina en huidas hacia adelante: como fue los exabruptos personales dirigidos contra miembros del Tribunal Supremo que han avergonzado a toda la familia jurídica y los mensajes de autocomplacencia que están enviando ahora los responsables y sus "seguidistas" de este desaguisado que, sin mencionar los fracasos, tratan de recurrir al viejo "se hizo lo que se pudo" o "podía haber sido peor". Es dudoso que hubiera podido ser peor, pero de lo que no cabe duda es que hubiera podido ser mejor si se hubiera actuado con tacto y no se hubieran iniciado aventuras arriesgadas sin tener atados todos los cabos. Un periodo aciago del que es preciso salir con un giro decidido de timón.