ENSXXI Nº 22
NOVIEMBRE - DICIEMBRE 2008
INSTITUCIONES DE MADRID
Como la Academia Matritense del Notariado, cumple ahora 150 años
Aseguró el abastecimiento de agua corriente y permitió modernizar y embellecer Madrid
La traída del agua corriente a Madrid, mediado el siglo XIX y desde la cuenca del río Lozoya, no fue sólo una obra de ingeniería, meritoria para la época, sino todo un proyecto de modernización con gran eco social y que transformaría la imagen de la propia ciudad, que pudo por fin llenarse de jardines y árboles. Culminó la obra en 1858, año por cierto muy emblemático para los notarios de Madrid, que en el mismo vieron nacer la Academia Matritense del Notariado, institución de alto prestigio jurídico e intelectual y que cumple ahora, como la traída de aguas a la capital, su 150 aniversario.
Para financiar el Canal que traería el agua y que recibió el nombre de la Reina Isabel II, que ostentó la Corona de España entre 1854 y 1868, hubo que recurrir parcialmente a una suscripción pública voluntaria, que tuvo tanto éxito, sin duda por lo mucha que se sentía en la capital la necesidad de la obra, que la mayoría de los madrileños optaron porque se les reintegrara el préstamo en forma de "reales fontaneros de agua", una curiosa fórmula bien expresiva de un esfuerzo colectivo de modernización. Nos cuenta la crónica que cada "real fontanero de agua" costaba 4 reales de vellón, o sea que, para recibir 250 reales fontaneros de agua era preciso suscribir nada menos que 1.000 reales de vellón, cantidad modesta para los más adinerados, pero importante para el común de los madrileños.
La suscripción del empréstito fue encabezada por la propia Reina Isabel II, con la importante suscripción de 2.400.000 reales de vellón, que por tanto le serían reintegrados mediante 600.000 reales fontaneros de agua. El agua siempre ha sido, y sigue siendo, un bien preciado y escaso, pero con aquel ingenioso empréstito se había convertido, en cierto modo, en moneda de cambio. En el lenguaje de la época se pidió la suscripción del empréstito a "los hombres celosos e ilustrados que, uniendo su interés al de la patria, se apresuren a contribuir con sus fondos y sus luces".
El actual director secretario del Consejo del Canal de Isabel II, Angel Varona Grande, explica a los lectores de EL NOTARIO DEL SIGLO XXI cómo fue la gestación, financiación, construcción y entrada en servicio de este emblemático Canal de Isabel II, sin duda toda una institución de Madrid, obra que permitió llevar el agua corriente a los hogares, haciendo de la capital una ciudad moderna, y que ahora alberga, por ejemplo, en sus instalaciones de la calle Bravo Murllo, el recién creado Teatro del Canal, sede de las artes escénicas de la Comunidad de Madrid y una de las más ambiciosas iniciativas culturales del Gobierno regional.
Por cierto, que fue Bravo Murillo, en su etapa de ministro de Obras Públicas, quien ordenó en 1848, mediante un real decreto, el examen de los distintos proyectos para traer agua a Madrid, que permitió a los ingenieros Rafo y Rivera razonar la elección del río Lozoya, por caudal y ubicación.
EL "REAL FONTANERO DE AGUA" Esta ingeniosa figura era la cantidad de agua que sale por segundo por un orificio circular que, abierto en pared delgada, tuviera la sección de un real de vellón antiguo. La imprecisión técnica del concepto obligó a buscar una equivalencia de consenso, que se fijó en 3 pulgadas cúbicas por segunda, esto es, 37.356 centímetros cúbicos por segundo, o 2,25 decímetros cúbicos por minuto. Hay otras equivalencias, como 0,135 metros cúbicos por hora, o incluso 3,2448 metros cúbicos por día de veinticuatro horas. Un litro por segundo equivale aproximadamente a 27 reales fontaneros de agua, y un metro cúbico por segundo equivaldría nada menos que a 26.626 reales fontaneros de agua. Caro precio, sin duda. |
- Ángel Varona Grande: "Nacimiento del Canal de Isabel II".