ENSXXI Nº 23
ENERO - FEBRERO 2009
ESTEBAN CUYAS HENCHE
Notario de Tarrasa (Barcelona)
Con independencia de que tengamos intención o no de cambiar de destino profesional, siempre ha supuesto una curiosidad bastante extendida entre los compañeros repasar las resultas de los concursos que nos remiten las gestorías de Paniagua o Calvo, con el fín de ver por donde paran nuestros amigos o compañeros de oposición.
En ese arduo trabajo ahora nos encontramos, como consecuencia del cumplimiento del artículo 147.1. del Estatuto de Autonomía de Cataluña de 2006, que al coexistir dos concursos, doble trabajo, uno catalán y otro aplicable al resto de España, destaca notablemente el poco interés que despiertan las notarías catalanas. Resumiendo, en el penúltimo concurso, convocadas noventa y dos vacantes, se cubrieron menos de treinta, de los cuales dieciséis eran notarios recién aprobados, y eso que se convocaban quince notarias de primera categoría y dieciocho de segunda. Y dicha circunstancia no sólo se ha mantenido sino que se ha acrecentado en el último convocado en que se han cubierto sólo ocho plazas de ochenta y cuatro convocadas, con la particular circunstancia de que sólo un Notario procede de fuera de Cataluña.
Como mínimo el resultado de ambos concursos merece una reflexión, sobre todo por cuanto no hace muchos años, las notarías demarcadas en esta autonomía se cubrían con cierta celeridad y apetencia.
Descartemos el hecho de que ésta no es tierra de opositores (en comparación con otras tierras de España) pero también lo es que Notarios de otras partes no dudaban en venir, no sólo para ganar clase, sino también para establecerse indefinidamente, tanto en lo personal como en lo profesional.
Se me ocurren, como Notario ejerciente en esta comunidad desde hace más de veintitrés años y con raíces catalanas, varios motivos, ninguno de ellos determinante, pero que entre todos nos llevan a esta situación, que a lo peor, en poco tiempo, se vuelve alarmante y peligrosa para la esencia del Notariado, tal y como la entendemos la mayoría.
El primero de ellos, el de la situación económica actual, de crisis galopante, que ha supuesto un desplome extraordinario del trabajo, y por ende de los ingresos de los que vivimos. Por los contactos que mantengo con diversos amigos y compañeros, dentro y fuera de Cataluña, esta mala racha, esperemos que corta, no es exclusiva de Cataluña y todos estamos sufriendo sus consecuencias. Concursar en tales circunstancias es arriesgadísimo y todos somos conscientes de que más vale no hacer mudanzas en tiempos de tormenta.
Otro motivo debe de ser el político, pero no social. Como en los antiguos informes de Paniagua, los Notarios en Cataluña disfrutan de "buena consideración social". Eres un profesional respetado, pero al que se exige no sólo buena preparación, sino también agilidad y disponibilidad, como a cualquier otro profesional y al que por lo general no se les suele discutir los honorarios. No conozco las estadísticas de otros Colegios, pero sí puedo afirmar, con conocimiento de causa, que aquí hay pocas impugnaciones.
El tema del idioma es distinto. Desde el tripartito, del que forma parte una formación declaradamente independentista, se ha venido haciendo mucho hincapié en el uso del catalán en todos los ámbitos jurídicos, y nosotros, por tanto, no estamos exentos de ello. Es cierto que cada vez se autorizan más instrumentos públicos en catalán, pero en la práctica no ha supuesto, ni supone ninguna distorsión en el quehacer diario. Para el que quiera venir aquí, no ha de considerar imprescindible el hablar o conocer en principio conozca el catalán, bastando única y exclusivamente que se comprometa a tener empleados que sí cumplan con ello.
"Ya ha habido quejas a la Consellería de Justicia de falta de atención notarial en determinadas zonas de Cataluña. El peligro de que vayan aumentando es notorio"
En tal sentido, son destacables dos artículos publicados en esta misma Revista.
El primero de ellos, de José Pascual Ortuño Muñoz, Director de la Direcció General de Dret i Entitats Jurídiques de la Generalitat de Cataluña (equivalente a nivel autonómico a la Dirección General de los Registros y del Notariado), que aparece en el número 22 (Noviembre y Diciembre de 2008) y que literalmente expone "...La colaboración con el colegio se ha explicitado particularmente en lo que se refiere a la cuestión de la acreditación del conocimiento de la lengua catalana. La fórmula consensuada disipa cualquier duda sobre el ejercicio responsable de la competencia por parte de la Generalitat, y refleja la favorable predisposición del cuerpo notarial a comprender la importancia que la lengua propia tiene para los ciudadanos de este país. El esfuerzo colegial por disponer de los más modernos instrumentos de traducción, y el compromiso de los Notarios para asegurar que en las oficinas notariales se garantice el uso normal del catalán, son debidamente apreciados por la administración autonómica..".
Y el segundo, publicado en el mismo número anterior y cuyo autor es el Notario de Madrid, Ignacio Gomá Lanzón, que durante una década lo fue de Gerona, quizás la provincia más reinvindicativa en el tema idiomático, en que también literalmente afirma "....En mi experiencia personal de casi una década en Gerona, allí Girona, he de decir que no he tenido ningún problema con el idioma: La gente tenía la deferencia de hablarme en castellano y yo de manejar el catalán cuando la ocasión lo requería, leyendo y autorizando muchas escrituras en catalán, que redactaba por medio de personal preparado para ello. Por eso, me parece que la explicitación de requisitos, aunque quizá procede de una necesidad política, no responde a una necesidad social y en cambio aleja a compañeros que, de otra manera, querrían concursar para Cataluña..." Lo suscribo íntegramente. De ahí mi anterior afirmación de que el tema idiomático supone una cuestión más política que social.
Hasta aquí, las razones que se me ocurren son ajenas al Notariado. Pero supongo que alguna responsabilidad, como corporación, tenemos en esa disfunción. Veamos qué motivos pueden haber influido o influyen en la escasez de aspirantes a ser Notarios en Cataluña.
En primer lugar, la última demarcación notarial. Bien es cierto que siempre ocurre igual, se hacen los estudios previos y el proyecto en épocas de vacas gordas y cuando se aprueba y aplica ya han llegado las vacas flacas. ¿Mala suerte o mal planteamiento? Un poco de lo primero y bastante de lo segundo. La creación de nuevas plazas se ha visto sólo como un medio de evitar la concentración de excesivo trabajo en algunos despachos, en vez de intentar acercar, como dicen los políticos, la Administración al administrado. Sólo así se puede entender que los proyectos de demarcación eviten crear Notarías en poblaciones que carecen de ellas, con movimiento que permite su digna subsistencia, amontonándolas donde ya hay otras instaladas y de las que no hay quejas.
Como anécdota, si se quiere, me acuerdo que siendo Secretario de la Junta, hace unos años, se recibían periódicamente escritos de Alcaldes pidiendo la creación de Notarias en poblaciones de más de siete mil u ocho mil habitantes, pero ninguna pidiendo la creación de la segunda, la tercera o la cuarta, donde ya hubiera alguna demarcada.
Bien es cierto que las demarcaciones no las aprobamos nosotros, pero sí los proyectos previos. No es de recibo únicamente basarse para ello en una estadística de lo autorizado y dividir a partir de un número aleatorio.
En Cataluña estamos sufriendo sus consecuencias. ¿No es más lógico demarcar una notaría en una población de cinco a ocho mil habitantes, que carecía de ella, y a dos o tres kilómetros de otra localidad de cuarenta mil habitantes, donde ya hay dos o tres notarios, que crear la tercera o cuarta en esta última? Parece que no. El anterior no es un ejemplo de laboratorio, es real y bastante frecuente. También es real, y para el afectado bastante sangrante, el caso de un notario, de nuevo ingreso que desde julio a diciembre de 2008, en la segunda notaria de una población ha autorizado menos de cien instrumentos. Y, al parecer, ya no hay congrua.
"Desde el tripartito, del que forma parte una formación declaradamente independentista, se ha venido haciendo mucho hincapié en el uso del catalán en todos los ámbitos jurídicos"
Y por último, los concursos "no coordinados". Nos consta que por parte de la Generalitat siempre se ha estado por la convocatoria conjunta del concurso catalán y el del resto de España. De hecho en abril de 2008 se comunicó al Colegio Notarial de Cataluña la voluntad de convocar un concurso propio con carácter urgente para que coincidiera con el del resto del Estado, y como acto de cortesía se comunicó al Colegio Notarial, el cual por medio de su Vicedecano, lo calificó como acto de deslealtad. ¿Por qué? Al final los concursos se convocaron separadamente. Y suerte hubo de la Instrucción de 12 de mayo de 2008 que interpretó el artículo 22 del Reglamento Notarial en el sentido de que para los nuevos Notarios la obligación de participar en todos los concursos no les impide participar en otro convocado por diferente administración. Pero ¿Qué pasa para los no de reciente ingreso?
Tanto las asociaciones notariales Foro Notarial como Joaquin Costa han propugnado el concurso conjunto y coordinado como medio de evitar disfunciones y perjuicios para los compañeros a fín de apreciar, de un modo global, la totalidad de vacantes existentes en España.
Finalizando, es destacable que ya ha habido quejas a la Consellería de Justicia de falta de atención notarial en determinadas zonas de Cataluña. El peligro de que vayan aumentando es notorio, todos lo tenemos en la cabeza y no queremos ni pensar en lo que podría suponer un "cuarto turno" del Notariado Catalán, contrario en todos los sentidos a nuestra esencia, y que nadie, en su sano juicio, puede ni quiere preconizar.
Desde la Junta Directiva del Colegio se pueden articular algunas soluciones, unas a corto plazo, como las habilitaciones expresas que permite el Reglamento Notarial y otras de mayor trascendencia como ha de suponer el estudio y preparación de una nueva demarcación más racional, tanto para el servicio como para el compañero que aspire a una vacante digna.
Y al Consejo General del Notariado le corresponde instar la coordinación entre la Administración Central y la autonómica en todos estos temas. Desde luego lo que no es deseable dentro de cuatro años, es que el nuevo Presidente del Consejo, Antonio Ojeda me dirigiera una carta parecida a la que he recibido hoy de su antecesor en que tras tres paginas repasando todas sus numerosísimas visitas y entrevistas (espero que fructíferas) diga algo parecido a lo siguiente, que me ha dejado atónito "...Quizás debería terminar refiriéndome a las cuestiones internas del Notariado, pero la tristeza que me producen ciertos acontecimientos me impide hacerlo; lo que espero me sepáis disculpar.."
Seguro que el señor Marqueño sabrá disculparme si yo, en cambio, sí le digo que las cuestiones internas del Notariado nos interesan mucho, y por razones obvias, a la inmensa mayoría de los Notarios, por no decir a la totalidad, que lo único que quieren es cumplir bien y dignamente la función delegada del Estado que todos ejercemos, y queremos seguir ejerciendo, en todos los rincones de España.