ENSXXI Nº 30
MARZO - ABRIL 2010
ABIERTO EL PROCESO DE CANONIZACIÓN DE UN NOTARIO
Hace unos días asistí en la catedral de Córdoba a la apertura del proceso de canonización de Don Juan Elías Medina y ciento treintiuno mártires más, fallecidos durante la guerra civil en la provincia de Córdoba. Entre los mártires se encontraba Don Antonio Moreno Sevilla, natural de Chauchina (Granada), notario de la ciudad de Bujalance (Córdoba) en la época de los hechos.
Son las doce de la mañana. La catedral, abarrotada. Se constituye el Tribunal calificador de la causa, presidido por el señor arzobispo de Sevilla y administrador apostólico de la sede vacante de Córdoba, Don Juan José Asenjo Pelegrina e integrado por el Delegado episcopal, el Promotor de Justicia y el Notario, en este caso, la Notaria.
El postulador, de forma clara y vibrante, enumera uno a uno los mártires objeto de la causa. Se eligen cuatro de ellos, de los que se da una breve semblanza: Un sacerdote, un religioso, un seminarista y un laico. Este no es otro que Don Antonio Moreno Sevilla, padre de los hermanos Moreno Torres: Antonio, Valeriano, Fernando, Manolo, José Luis, Miguel y Vicente.
De mi compañero Antonio Moreno ya tenía referencias de su trágica muerte, atribuidas, según sus hijos Valeriano y Vicente al anarquismo imperante de la época que la República no supo, no pudo o no quiso controlar”.
Lo admirable de todo es que los Moreno Torres siempre han hablado de su madre, “su santa madre”, de sus esfuerzos por sacarlos adelante y nunca, salvo esa lacónica alusión al anarquismo, escuché de ellos comentarios desgarradores del trance sufrido. La vida de esta familia ha sido y será como “un mirar hacia delante”. Quizá su padre les ayude en ello.
Como funcionario y profesional que he sido de la prestación de fe y de documentar lo que mis sentidos han visto, oído o percibido, no puedo más que felicitarme por el exquisito cuidado que las normas del derecho de la Iglesia Católica, mi Iglesia, dedican a este proceso, vigilando escrupulosamente la causa que lo motiva. De los jueces llamados a entender de ella abrigo la esperanza de un resultado final justo, apoyado en la memoria de lo ocurrido. Mientras tanto me encomiendo a Antonio, profesional honesto, competente y cumplidor que pronto consiguió, en Bujalance, el afecto y respeto de todos, cuya religiosidad, compartida con su esposa, y proyectada a sus hijos, le valió el calificativo de “el notario católico”. El día que lo asesinaron junto a varias personas más, en el cementerio del cercano pueblo de Cañete de las Torres, el párroco pidió ser el último para darles a todos la absolución. Cuando murió Antonio, tranquilo y sin odio, dejó esposa Rosario Torres López, los siete hijos nombrados y la acogida sobrina Carmen. Contaba cuarenta y seis años de edad y en la esquela de su muerte podía leerse: “Dejando a sus hijos como la más rica herencia, el ejemplo de su cristiana vida”. Toda una lección.
Andrés Tortosa Muñoz es Ex Decano del Colegio Notarial de Granada