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ENSXXI Nº 39
SEPTIEMBRE - OCTUBRE 2011

JOSÉ ÁNGEL MARTÍNEZ SANCHIZ
Notario de Madrid

IN MEMORIAM

Ha fallecido Juan B. Vallet de Goytisolo. Nos queda el recuerdo y la plegaria, que tal fue su vida, apoyada en la fortaleza de su esposa, Teresita,  con la que sacó adelante siete hijos, mientras trabajaba incansablemente como notario e investigador en una constante búsqueda de la verdad y la justicia.
Quien escribe, en nombre de la revista,  debe expresar nuestro agradecimiento a la familia, pues como notarios no podemos ignorar cuanto nos hemos beneficiado de la generosidad de Juan Vallet, de su dedicación y prestigio, que prestó gratuitamente al Notariado.
Llamaba la atención su humildad y cercanía, siempre dispuesto a elucidar una duda, a leer y corregir los artículos o trabajos que se le mandaran; por mi parte, tuve el privilegio de sustituirle en su notaria en alguna ocasión por causa de enfermedad.   Mientras estuvo en activo la atendió personalmente y trabajó intensamente en ella, de tal manera que todos nos preguntábamos de donde sacaba el tiempo para su incesante labor y sus continúas publicaciones, y  compromisos; en palabras de Ángel Sánchez de la Torre, en el homenaje a la antigüedad académica que le tributó en el año 2001 el Instituto de España,  probablemente el Académico que mayor número de presencias haya acreditado en la historia del conjunto  de las Reales Academias.
Para todos nosotros, Juan Vallet continúa presente en su obra, que abarca más de veinticinco libros, sin contar sus diversos tomos - siete, sus Estudios de Derecho de Sucesiones- a lo que cabe sumar quinientos artículos de revista.
En conjunto, su producción se caracteriza por  una coherencia casi sobrehumana. Decía Unamuno que hay quien escribe sin pensar, quien piensa al escribir,  y quien escribe porque ha pensado; éste es en grado superlativo el caso de Vallet.
Sus trabajos arrancan de su experiencia como notario, de una reflexión sobre su modo de proceder que sigue un camino ascendente en diversas etapas: problemas concretos, panoramas, y metodología, con un mismo final en todas ellas, alcanzar lo justo concreto. De esta manera enhebra su oficio notarial con su condición de civilista y de filósofo del Derecho.

"Quien escribe, en nombre de la revista,  debe expresar nuestro agradecimiento a la familia, pues como notarios no podemos ignorar cuanto nos hemos beneficiado de la generosidad de Juan Vallet"

En Derecho Civil apenas dejó tema sin tocar, y el hecho es que lo que tocaba prácticamente lo agotaba, ya que examinaba las cuestiones por todos los lados posibles; destacan, con todo, de forma especial sus estudios sobre Derecho de Cosas, así como su gigantesca aportación al Derecho de Sucesiones, materia en la que, desde luego, su contribución ha sido impar, como reconocieran José Luis Lacruz y  Francisco de Asís Sancho Rebullida cuando le dedicaron su libro, de modo que, con Luis Diez Picazo,  puede hablarse de un Derecho de Sucesiones antes y después de Vallet.
El tratamiento pormenorizado de los diversos temas le suministró la altura necesaria para escribir su Panorama de Derecho de Sucesiones, y ya tempranamente, en 1963, su Panorama de Derecho Civil, que contempla el derecho positivo desde  una perspectiva filosófica, en la que se torna patente su pasión por la justicia, y su planteamiento de la "res iusta" que preludia  sus posteriores metodologías.
En el plano filosófico ha puesto de manifiesto la realidad del Derecho Natural, que cobra vida cada vez que el jurista consigue descubrir lo justo concreto, mediante una cuidadosa depuración de los hechos para penetrar en la naturaleza de las cosas, valiéndose de los principios generales, de las leyes y de la costumbre, y también  de las pautas de valor, la jurisprudencia, la doctrina, la historia de la institución, y la buena razón plasmada  en el Derecho Común. De esta manera, el Derecho Romano y la Historia del Derecho reciben aplicación práctica, no son reliquias, sino elementos mediadores entre la naturaleza de las cosas y el hecho jurídico.
Seis son las tesis doctorales que han recaído por el momento sobre el pensamiento de Juan Vallet, en concreto las realizadas por Cristina Fuertes-Planas Aleix,  Estanislao Cantero Nuñez, María del Carmen Fernandez de la Cigoña, Adolfo Jorge  Sánchez Hidalgo, y en Italia de su Laurea por Federica Bacon, en la universidad de Padua, y Jennifer Basso Ricci, en la del Sacro Cuore de Milan.
En él no había, sin embargo, ninguna pretensión de honores. Lo impedía su humildad. Buscaba la verdad y hacerla comprensible a todos. Sabía que sus estudios, tan concienzudos como profundos, no siempre eran accesibles para quienes no reunieran una formación adecuada. En más de una ocasión me dijo que se esforzaba cuanto podía para que fueran claros, y ciertamente lo son, ya que jamás esquiva una cuestión ni deja de ofrecer una solución, contundente siempre por la fuerza abrumadora de sus argumentos. Tras publicar su trilogía metodológica, de la que confesaba estaba alcanzando una dimensión mayor de la prevista, se ocuparía de escribir  tres manuales con la finalidad: "de hacer asequible a todos, y en especial a quienes emprenden su estudio como asignatura de doctorado, una visión de conjunto del método jurídico en sus tres perspectivas: metodología de las normas de derecho, metodología de la determinación del derecho, y metodología de la ciencia expositiva".
Su personalidad descollaba tanto, que a lo largo de su vida obtuvo el reconocimiento mediante cargos, de los que sólo se sirvió para servir, y premios que fueron pocos para sus méritos, pues Juan Vallet no se casaba con nadie e hizo gala siempre de una independencia de criterio paradigmática.

"Llamaba la atención su humildad y cercanía, siempre dispuesto a elucidar una duda, a leer y corregir los artículos o trabajos que se le mandaran"

Fue decano honorario del Colegio Notarial de Madrid, presidente de la Unión Internacional del Notariado Latino, presidente de la Real Academia de Jurisprudencia y Legislación, académico de número de la de Ciencias Morales y Políticas, presidente del patronato de la fundación Francisco Elías de Tejada; era, también, doctor honoris causa por la universidad autónoma de Barcelona y la universidad notarial argentina.
Entre los premios que recibió destacan: el otorgado a su libro "La hipoteca del derecho arrendaticio" por el Colegio Notarial de Albacete con el nombre de Jerónimo González; el de la Academia de Burdeos por su libro sobre Montesquieu;  "una vida dedicada al derecho" por la Asociación de antiguos alumnos de la universidad Complutense de Madrid, así como el concedido recientemente por el Colegio Notarial de Barcelona. Tenía, asimismo la Gran Cruz de San Raimundo de Peñafort.
Sin embargo, no buscó la gloria en la tierra. Profundamente creyente, con una fe activa,  como prueban sus reuniones en los "Amigos de la Ciudad Católica" o sus innumerables  colaboraciones en la revista Verbo, que fundo con Eugenio Vegas Latapié, su apostolado se hace igualmente patente en su obra, pues su arraigado compromiso  con la verdad y la justicia entronca directamente con aquélla. Cuando falta la caridad, falla la lógica, advierte el padre Brown. Juan Vallet fue completamente lógico. Su ejemplo nos permite comprender la apreciación de San Agustín: "Plenitudo legis est charitas". Fue la suya una vida plena en espera de la plenitud que sólo en Dios Misericordioso cabe encontrar.

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