En la Junta de 21 de marzo de 2011, lunes, dimitió de su cargo el anterior presidente Antonio Ojeda Escobar. La dimisión se anunció por sorpresa. No figuraba en el Orden del día inicial, sino en una ampliación fechada tres días antes, el viernes 18 de marzo.
El vicepresidente y presidente en funciones, Javier Guerrero convocó nueva reunión urgente para tres días después, el 24 de marzo, jueves, en la que él mismo fue elegido Presidente en las circunstancias conocidas.
Solo tres meses después, en la reunión de 30 de junio, dimitieron de sus cargos en la Comisión Permanente, el decano del País Vasco, Manuel López  Pardiñas  y de Valencia, César Belda Casanova.
Al mes siguiente, en la Junta de 30 de julio, para evitar una moción de censura contra él que tenía todos los visos de prosperar, presentó su renuncia al cargo de Presidente Javier Guerrero.
Una Junta de 8 de agosto nombró nuevo Presidente a  Manuel López Pardiñas, Decano del País Vasco y nuevo Vicepresidente a Joan Carles Ollé, Decano de Cataluña. Nadie se opuso a esta elección que parece representar las diferentes sensibilidades existentes en el Consejo, pretende terminar con las fracturas internas y practicar una política de consenso e integración.
En el orden positivo el programa anunciado parece algo impreciso y poco ambicioso. En el orden negativo promete acabar con las corruptelas que han caracterizado la etapa que con estos nombramientos se supera. Solo por esto habría motivos suficientes para la congratulación y para justificar tanta agitación.