ENSXXI Nº 39
SEPTIEMBRE - OCTUBRE 2011
- Detalles
- Escrito por J. EMESA (+) y A. SPEI
- Categoría: Revista 39 , Sección Corporativa
XII El altímetro
Curiosamente la vocación marinera esta latente en todo ibérico que se precie, aunque nunca haya visto el perpetuo insomnio del mar y ahí están (bueno, estaban) nuestros históricos descubridores extremeños para demostrarlo. Lo cierto es que muchos de nuestros queridos compañeros reactivan esa latente tendencia náutica tan pronto llegan a puerto de mar o a nuestros numerosos pantanos calmantes de la ancestral sequedad de nuestra agrietada Iberia y se aprestan a adquirir pequeñas embarcaciones, las mas de las veces a motor fueraborda y los más audaces hasta a vela, lo que les permite usar términos navales con los que farda un rato.
Así las cosas, confeccionamos varios oficios, tamaño cuartilla, pero de impresión vertical, amparados arriba, a la izquierda (queremos decir babor) por la emblemática ancla de nuestra Marina y la expresión "Comandancia de Marina de .... " con texto algo así como Según los datos que obran en esta Comandancia de Marina, la embarcación Reina de las mares (o el nombre que fuera, paciente y astutamente conseguido por nosotros meses antes para no levantar sospechas) folio... tomo ..., matriculada a su nombre, carece de los instrumentos: (y aquí, aparte, con distinto tipo de letra o hasta a mano) y ya en negrita "Altímetro" por lo que se le conmina a que en el plazo de treinta días contar de esta fecha, realice Vd. su instalación, que comunicará a esta Comandancia, apercibiéndole que, en otro caso, se procederá a la incautación de la referida embarcación, sin perjuicio de las multas o sanciones en que podrá incurrir”. Y naturalmente, el consabido garabato de una firma del fantasmal Comandante y hasta un borroso sello en tinta morada, claro, con su borrosa ancla y todo procedente, al parecer, de un botón aplastado de uniforme. Hay amigos habilidosos para todo.
Los resultados fueron menores a los de otras veces, ya que se limitaron, naturalmente, a los ingenuos receptores de nuestra broma, émulos de Ulises, y a su entorno familiar, sin apenas repercutir en el ambiente notarial.
Bueno, pues un avezado nauta se apresuro a largarse el fin de semana al puerto de atraque de su barco para adquirir el último modelo del requerido chisme en la tienda de efectos navales en la que su amigo el propietario le proporcionaría el ultimo modelo y a un ajustado precio. Tras cerciorarse de que efectivamente, no tenía el citado altímetro y como la tienda estaba cerrada, aprovecho la ocasión para pilotar un pequeño crucero y, según nos lo contó su esposa, que le acompaño en el paseo, no hacia mas que mirar crispado y de bastante mal humor al salpicadero lleno de relojes (profundímetro, nudos navegados, cuentarrevoluciones estado de la batería, combustible, barómetro (bueno el altímetro es en realidad un barómetro...) etc. Aparte, claro, la brújula con luz propia en lugar destacado y cuanto más fuere menester, pero en el que ¡ay! faltaba nada mas y nada menos que el altímetro. Al cabo de un cuarto de hora o algo así, grito cayendo en la inocentada "¡pero para que c... se necesita un altímetro!” No lo compró, claro, pero en cambio nos agradeció que el fin de semana le sentó muy bien.
Otro querido colega adquirió el altímetro, eso sí, provisto de su correspondiente
ventosa para el parabrisas y al comentar el motivo de la compra con el vendedor y al mostrarle éste su extrañeza, cayó del nido; "he dicho para el barco? no, no, he querido
decir para el coche" y efectivamente lo colocó en su auto en donde asegura que le divierte mucho.
Según uno de sus hijos, que nos lo contó, otro lobo de mar fue sorprendido agachado en una playa norteña con el altímetro en la mano poniéndolo al nivel del mar para ajustarlo exactamente, olvidándose de que las mareas variaban unos dos metros.
Al que no pudimos sorprender fue a un Jubilado, Buen Hombre, prestigioso profesional y excelente amigo que cuando le preguntan que donde veranea, contesta que "en el barco, con toda la familia y amigos" lo que hace suponer el tamaño de la embarcación, entendiendo la admiración del curioso interlocutor al que aclara que "en el Barco de Ávila... "