ENSXXI Nº 44
JULIO - AGOSTO 2012
El abuelo que saltó por la ventana y se largó
Hay lectores, la mayoría tal vez, que cuando buscan un libro, no pretenden embarcarse en discursos que les exijan un esfuerzo añadido de concentración sea por la forma alambicada o conceptualista de la exposición sea por el carácter denso o abstruso de su contenido. Buscan la que se ha llamado literatura de evasión, género motejado de menor, por el más modesto objetivo que se propone, solo entretener y divertir. En este género se incluyen por principio la mayoría de las obras humorísticas, la literatura de humor, siempre menospreciada o rebajada a literatura de segunda categoría a pesar de que en ella podrían integrarse algunas obras inmortales. Pero hay que reconocer que no abundan entre los clásicos, que no se citan entre las obras cimeras de la literatura universal y que nunca a sus autores les fue otorgado un premio Nóbel o de similar categoría.
"Jonas Jonasson, en un inesperado salto vital rompió con su carrera, se marchó a una pequeña ciudad suiza y allí redactó ésta su primera novela, que con sus claves de humor da de Suecia una imagen muy distinta a la exageradamente sombría que trasmitieron las novelas de Larsson"
Sin embargo no responde a esa idea el público lector. En la reciente Feria del Libro de Madrid, sin best-sellers y aparte casos aislados como la última novela de Almudena, las obras más vendidas han sido dos obras humorísticas que pueden integrarse sin grandes dudas en la vulgarmente conocida como literatura de evasión, fenómeno al que quizá no sea ajeno el desánimo generalizado que ha invadido en los últimos años la conciencia ciudadana, harta de recibir noticias catastróficas, lo que le lleva a dedicar más interés a las historias de los débiles y los perdedores. Al fin y al cabo, como dice Rabelais en su Gargantúa, reír es lo propio del hombre.
"El autor hace una crítica, muy superficial e irónica pero nada ácida, de la historia contemporánea y de la sociedad sueca"
Son dos novelas de humor, una sueca y otra española que coinciden en su afiliación al género humorístico, en la utilización de una trama parapolicíaca en clave de parodia para desarrollar un vodevil surrealista y en que ambas siguen la moda de sustituir las titulaciones sintéticas al uso por largas paráfrasis de una acción o situación esperpéntica, moda que en su día inició Stieg Larsson con los tres títulos de su famosa trilogía Millennium. Precisamente de anti-Larsson, y no sin cierta razón, ha sido calificado Jonas Jonasson, el escritor humorista sueco de que hablamos, que en un inesperado salto vital rompió con su carrera de periodista y productor de televisión, se marchó a una pequeña ciudad suiza junto al lago de Lugano y allí redactó ésta su primera novela, El abuelo que saltó por la ventana y se largó (Salamandra 2012), que con sus claves de humor da de Suecia una imagen muy distinta a la exageradamente sombría que trasmitieron las novelas de Larsson. El protagonista, Allen, que se fuga por la ventana de una residencia de ancianos el día en que iban a celebrar su centésimo cumpleaños, es un personaje simpático y sin perjuicios, un apolítico, un amoral, un anciano despreocupado, decidido pero encantador que protagoniza sin querer una serie de peripecias inverosímiles y grotescas en compañía de un grupo de personajes pintorescos y atípicos que el azar va reuniendo a su alrededor de forma caprichosa, y cuya pista sigue una policía torpe y burocrática como es costumbre en este tipo de parodias. El personaje, experto en explosivos, ha vivido experiencias rocambolescas con los personajes más notables del siglo XX, desde Franco, con el que compartió una borrachera, Truman, Stalin, Churchill o Mao hasta el mismísimo Oppenheimer, a quien indicó la forma de fabricar la bomba atómica, ya se hace cargo el lector de los disparates, lo que sirve al autor para hacer una crítica, muy superficial e irónica pero nada ácida, de la historia contemporánea y de la sociedad sueca. Dos millones de ejemplares ha vendido esta obra sin mayores pretensiones pero que ha conseguido hacer reír, y esto es un mérito estelar en estos tiempos, a suecos, alemanes, italianos y franceses.
El enredo de la bolsa y la vida
De superior factura y mayor calidad literaria es la última novela de Eduardo Mendoza, El enredo de la bolsa y la vida (Seix Barral, Biblioteca Breve, Barcelona abril 2012) que sin embargo por su mayor tipicidad y localismo no es fácil que alcance las cifras de ventas de la anterior. También es una obra de humor, también es un simple divertimento y una parodia de las novelas policíacas, también hace sátira social, incluso más firme y sutil, también reúne junto al protagonista personajes estrambóticos, incluso más estrambóticos y mejor definidos, también se produce una situación inverosímil en torno a personajes históricos como Merkel, también se destapan sin acidez verdades sociales en forma de caricaturas, pero los matices de los personajes, de las situaciones y de la trama disparatada que actúan como resortes para soltar la risa del lector, están basados en rictus sociales, tópicos peculiares y claves de sainete lugareño de más difícil comprensión por lectores de otra idiosincrasia.
"Entre tanta bufonada el autor intercala inteligentes dosis de costumbrismo y sátira social no exentos ni de talento y frescura chispeantes ni de ternura compasiva para con unos personajes quijotescos e indefensos, unos antihéroes adorables"
La obra de Mendoza es la cuarta novela de la saga que narra las hazañas de ese lunático detective sin nombre que inició con extraordinario éxito de ventas El misterio del tocador de señoras hace una década. En esta ocasión aparece como un peluquero sin clientes, que para salvar a un viejo compañero de celda, Rómulo el Guapo, desaparecido en extrañas circunstancias, emprende la hazaña de buscarlo impelido por una preadolescente, Quesito, y con ayuda del Pollo Morgan y del albino africano Kiwijuli Kakawa, dos artistas que se pasan la vida posando como estatuas vivientes en las Ramblas y que en esa pose van a actuar de espías para él. La búsqueda, ya pueden imaginar, se desarrolla en andanzas a cada cual más histriónica y la obra termina como un sainete típico, aunque hay que reconocer que entre tanta bufonada el autor intercala inteligentes dosis de costumbrismo y sátira social no exentos ni de talento y frescura chispeantes ni de ternura compasiva para con unos personajes quijotescos e indefensos, unos antihéroes adorables.
No se trata de alta literatura, sino de divertimentos, ya se dijo. Son dos obras cuyo objetivo es hacer reír y en general lo consiguen. No olvidemos que como dijo Aristóteles y dante se encargó de divulgar, la especie humana se caracteriza por la risa, homo ridens, es el único animal de la creación que ríe, aunque esto hoy quizá podríamos ponerlo en duda.
La Mancha; tierras de mar sin mar
"Su creciente pasión por los versos marinos de los poetas de su tierra, que ya de niño escuchó en el triángulo de su vida, Manzanares-Ruidera-Tomelloso, le indujo a recoger en una antología las obras de los poetas manchegos que tienen al mar y su extenso mundo como tema y razón de ser"
Ignacio García-Noblejas Santa-Olalla es manchego de profesión y tiene alma de poeta. Él, que ha ejercido el oficio de notario en Villacañas y Tomelloso, siempre se ha preguntado por qué los manchegos sienten tanto el mar. Leía poesía de los campos de la Mancha... y ahí estaba el mar: cal y orilla, camino y navío, labrador y náufrago, perdiz y gaviota, surcos de la tierra y olas del mar... metáforas recurrentes de los poetas manchegos que denotan su profunda añoranza del mar. Su creciente pasión por los versos marinos de los poetas de su tierra, que ya de niño escuchó en el triángulo de su vida, Manzanares-Ruidera-Tomelloso, le indujo a recoger en una antología las obras de los poetas manchegos que tienen al mar y su extenso mundo como tema y razón de ser. Y el resultado ha sido un magnífico florilegio con el título La Mancha; tierras de mar sin mar (Ediciones Soubriet, Tomelloso, Ciudad Real) de poemas marinos sobre el mar y la llanura, agua y tierra, olas que se mecen al capricho del vientos, mieses y espigas moviéndose con la misma gracia y ritmo que las olas que va integrada con textos de Delibes, González Moreno y Manuel Juliá sobre la Mancha, y que abre y cierra un prólogo y un epílogo del autor transidos del mismo fino numen poético de los autores reseñados. Enhorabuena!
La evolución política e ideológica de Jovellanos
"El autor profundiza en la última etapa de Jovellanos como Secretario de la Comisión de Cortes. En esa fase relegada por la mayoría de los historiadores por el vampirismo que ejerce la manida imagen de Jovellanos como brillante prohombre de la Ilustración, Canseco investiga, aventura las razones que le pudieron inducir a su posición ideológica final, un liberalismo moderado"
De indudable interés es la magna obra del notario procedente del Cuerpo de Agentes de Cambio y Bolsa José Emilio Canseco Canseco, también economista, profesor y publicista en materias económicas. Asturiano en ejercicio, con motivo del bicentenario de la muerte de SU mas ilustre paisano, Gaspar Melchor de Jovellanos, abordó la importante tarea de estudiar la faceta doctrinal y política de este prohombre de dimensión nacional. Y lo ha logrado en un documentado y riguroso estudio, publicado por la Fundación Foro Jovellanos del Principado de Asturias (Gijón, Noviembre de 2011) bajo el título La evolución política e ideológica de Jovellanos. Pudiera pensarse que poco podría añadir a las múltiples biografías y estudios publicados sobre este prohombre de la Ilustración que pasa por ser arquetipo de arte y lucidez, y cuya figura adquirió para la eternidad una nueva dimensión con el genial retrato que le hizo Goya y que cuelga en el Museo de Bellas Artes de San Fernando. Canseco tras analizar sobre los textos originales el pensamiento político y filosófico de Jovellanos en los años 80, bajo el reinado de Carlos III, como prohombre de la Ilustración reformista, y tras estudiar su evolución en la década siguiente, cuando reinaba ya Carlos IV, pidiendo libertad política y derechos ciudadanos para el pueblo con la consiguiente reforma de las estructuras políticas del Reino, lo que le valió el destierro en Mallorca, centra su estudio en la década siguiente, en la entrada del nuevo siglo, cuando actúa como miembro de la Comisión de Cortes de la Junta Central, profundizando en la evolución ideológica de quien reclama la constitución, es pionero en plantear la Convocatoria de Cortes, es autor material de todas las disposiciones de la Junta sobre Cortes incluido el decreto final de la Junta emplazando a la Regencia a la convocatoria de aquellas Cortes que darían lugar a la Constitución de 1812, que por meses nunca llegaría a ver promulgada. Es ahí cuando el pensamiento político de Jovellanos, sin perder sus raíces en el iusnaturalismo y el historicismo, evoluciona a posiciones netamente liberales. Y es en esa fase, relegada por la mayoría de los historiadores por el vampirismo que ejerce la manida imagen de Jovellanos como brillante prohombre de la Ilustración, donde Canseco investiga, profundiza en sus análisis y aventura las razones que le pudieron inducir a su posición ideológica final, un liberalismo moderado. Su salida del bando afrancesado para integrarse en el grupo del liberalismo patriótico, su justificación de la soberanía popular compaginada con la de la monarquía o la aceptación final de un sistema bicameral desde su visceral repulsa inicial a los modelos asamblearios, están expuestos con originalidad y razones. La obra dedica un capítulo a comentar los diferentes juicios críticos sobre la ideología de Jovellanos y contiene un epílogo con semblanzas de otros liberales coetáneos, todos asturianos, Martínez-Marina, Florez Estrada, Conde de Toreno, menos Canga Argüelles aragonés, y un apéndice sobre el círculo de relaciones de Jovellanos en cada una de las ciudades en que residió: Sevilla, Madrid, Salamanca y Asturias.
CIRCA SUCRONEM
Es también una satisfacción poder dar noticia de otra obra narrativa salida de la pluma de un jurista. No hace mucho, en el número 40 de esta revista, comentábamos cómo un catedrático de Mercantil, José Manuel Otero Lastres y un abogado de Barcelona, decano por más señas de sus colegiados, Pedro L. Yúfera habían sido capaces de escribir notables obras literarias (El campo del Bucéfalo y El milagro de las abejas respectivamente) fabulando, sin perder por ello el interés ni dificultar la secuencia, tramas enraizadas en doctrinas y entresijos legales que no por ello resultaban arduos para los legos en derecho ni hastiaban al lector. Ahora otro jurista, en el caso registrador de la propiedad y notario, nos sorprende con una novela que, salvo una pequeña referencia a las oposiciones de acceso a esos cuerpos, fabula una trama ajena a episodios jurídicos.
"El autor novela con pericia una historia de enemistad juvenil imaginada en la Valencia rural de los años 80 cuyo final coincide con la catastrófica inundación de la comarca en 1982 con motivo de las lluvias torrenciales del 20 de octubre y la coetánea rotura de la presa de Tous"
Hablamos de Guillermo Colomer Lloret y de su obra recién editada (Calabria narrativa, Valencia 2012) CIRCA SUCRONEM, título que reproduce al parecer una frase de Séneca al ubicar una anécdota de Julio César junto a Sucro, ciudad de la Ribera Alta valenciana hoy desaparecida. El autor novela con pericia una historia de enemistad juvenil imaginada en la Valencia rural de los años 80 cuyo final coincide con la catastrófica inundación de la comarca en 1982 con motivo de las lluvias torrenciales del 20 de octubre y la coetánea rotura de la presa de Tous. En ese trágico escenario se precipita el desenlace de la historia de rivalidad y celos entre el protagonista, un perdedor renuente y decidido, y su antagonista en más de un campo. A pesar de ser su primera obra Colomer demuestra habilidad y facundia en la descripción de situaciones, costumbres y personajes, pericia en la trama dosificando con competencia los resortes de la intriga, y maestría en el montaje, urdido por medio de una larga conversación del protagonista imputado de asesinato con su abogado en un pub mientras caía una copiosa nevada sobre la comarca. Con la técnica del thriller y oportunos ritornelos sabiamente manejados por Colomer, el lector nunca pierde el hilo de la fábula y muy al contrario, ve incrementado su interés en la historia y cada vez le cuesta mas despegarse del relato y de los interesantes y agudos interludios de crítica social y política entre los que se enmarca.
Thibaut
No podemos dejar de hacer referencia a otra obra recién aparecida (Editorial Trotta, Madrid, 2012) nacida de la pluma de otro jurista, en la actualidad registrador de la propiedad, Antonio Pau Padron, del que ya se habló en las páginas del nº 42 de esta revista para encomiar su biografía sublimada del grandioso poeta George P.F. Novalis, epígono del romanticismo germano que, junto a las de Rainer M.Rilke y Hölderlin antes editadas, vino a cerrar la trilogía de biografías de tres señeros poetas de Alemania, tal vez los mas grandes, todas escritas por el autor.
"Thibaut fue un eminente jurista, catedrático en la universidad de Jena y en la de Heidelberg, que tanto o más que por su faceta de eximio romanista es conocido por su gran afición a la música"
Ahora, con igual pasión en el contenido y el mismo primor en la forma nos ofrece otra biografía, esta vez de uno de los múltiples próceres que agitaban, aunque éste lo hacía sottovoce y sin alterar nada, la Alemania de aquella época que Schiller llamó el siglo manchado de tinta, época la de fines del XVIII y comienzos del XIX ávida de lectura y entregada con furia a la escritura como consecuencia de la irrupción del romanticismo. Nos referimos a Antón Friedrich Justus Thibaut, eminente jurista, catedrático en la universidad de Jena de 1802 a 1804 y sobre todo y durante casi cuarenta años, de 1805 a 1840, en la recién reestablecida Universidad de Heidelberg, ciudad en la que murió y está enterrado, y que tanto o más que por su faceta de eximio romanista (su obra más ambiciosa es el Sistema del derecho de Pandectas), es conocido por su gran afición a la música. Fue asombrosa la colección de partituras originales que consiguió coleccionar en vida, incluso españolas de T. Luis de Victoria y de Morales, y que hoy se guardan en la Biblioteca de Munich; al coro que formo en Heidelberg y que dirigía todos los jueves en la buhardilla de su propia casa asistieron Eisendorff, el poeta Jean Paul y Hegel; y en clase tuvo como alumnos a Mendelsson y Schumann.
"Thibaut, frente al furor de los románticos, trató siempre de mantener el equilibrio de la racionalidad"
Pau titula su biografía, como ya se ha dicho apasionada y de cuidado lenguaje como las anteriores, Thibaut y las raíces clásicas del Romanticismo, lo que ya da a entender la tesis que defiende para su biografiado. Aunque es comúnmente aceptado que el romanticismo nació como oposición al racionalismo monopolizado por los franceses desde sus enciclopedistas, o si se quiere como renovación del concepto de razón o, yendo más allá, como rebeldía de los genios del ímpetu contra la tiranía de la razón. Aunque Thibaut, cuya familia paterna procedía de hugonotes huidos de Francia un siglo antes a raíz de la supresión por Luis XIV del Edicto de Nantes, fuese tildado de afrancesado por pretender una codificación racional con rigor sistemático para toda Alemania, perdiendo a favor de Savigny el liderazgo de la escuela Historicista del derecho que nació con el Romanticismo. Aunque la obra musical más famosa de Thibaut "Sobre la pureza del arte", varias veces reeditada, estaba destinada a combatir el arrebatado movimiento musical romántico desde el último Mozart y Beethoven ensalzando las virtudes de la polifonía clásica, sobre todo de Palestrina, y a lo más de la música barroca, música racional y casi matemática. Aunque tanto en sus diatribas jurídicas como en sus disputas musicales Thibaut, según el sentir general. nunca se apartaba del racionalismo, Pau, tras un análisis prolijo de obras, cartas y documentos, ha encontrado razones para englobar a Thibaut en las huestes del Romanticismo.
Bien es cierto que enseñó en Jena de 1802 a 1804 y allí se forjó el núcleo duro del Romanticismo, Schlegel, Fichte, Novalis, Brentano, Holderlin ... y más tarde en Heidelberg que, desde la refundación de su universidad en 1803, trató de convertirse en punto de convergencia de los románticos y, a la llamada de Savigny y Creuzer, allí acudieron Voss, Brentano, von Arnim etc.; cierto que allí se editó la mítica para los románticos música popular alemana; que allí se anticipó la desazón por el desencanto del mundo a causa de la racionalización y allí se cebó el odio contra Napoleón y el afrancesamiento. Pero Thibaut, frente al furor de los románticos, trató siempre de mantener el equilibrio de la racionalidad. Queda por dilucidar si esta postura era de resistencia al arrollador ímpetu romántico como sostienen algunos, una forma de embridar en cauces racionales el furor creativo de los rebeldes, como dicen otros, o una manera de dotar de clasicismo y racionalidad, desde su propia raíz, al propio romanticismo que el contribuyó a crear como parece sostener el autor.
La obra está muy bien editada, expuesta con frases breves en capítulos cortos que facilitan su lectura, y viene acompañada de una tabla cronológica, extensa bibliografía de y sobre Thibaut, un útil índice onomástico explicativo de los personajes citados en el texto, e incluye preciosas ilustraciones sobre Thibaut y el mundo que le rodeó. Enhorabuena.