ENSXXI Nº 49
MAYO - JUNIO 2013
Recientemente, el abogado Vicente Guilarte, desde la revista Registradores de España, atendiendo, como él mismo dice, a "lo que le pedían sus próximos", se ha excedido en imprecaciones contra el notariado y esta Revista reprochando nuestra ceguera corporativista al no reconocer rendidamente las excelencias del Anteproyecto de Ley de Reforma de los Registros. Claro que esa cortedad de miras va a llevar en el pecado su penitencia, según las predicciones apocalípticas de Guilarte sobre el futuro notarial ante el imparable avance de lo que él llama la nueva "certeza electrónica" y otros peligros que -dice- "no quiero mencionar para no dar pistas…". ¡Qué miedo! Quien hasta ahora ha demostrado un implacable tesón recurriendo contumazmente (por cuenta ajena) toda resolución gubernativa contraria a cualquier calificacion registral, mucho nos tememos que pase a erigirse ahora, como una especie de nuevo Gran Inquisidor del Santo Oficio, en azote y martillo de herejes que cuestionen la ortodoxia de la doctrina de la fe en materia registral. Hay que pensar que en ese celo sólo le mueve una vocación espiritual o una convicción científica, a diferencia de los intereses espúreos y venales de quienes, según él, "amparados por unas arcas todavía fecundas", critican el anteproyecto de reforma registral haciéndole el juego a los notarios. ¡Ojalá la futura ley de transparencia alcance a los Colegios de Notarios y Registradores! ¿A quién no interesaría poder conocer y comparar sus cuentas? Sorprendería entonces quizá averiguar quiénes, al dogmatizar sobre la función registral, son, de verdad, venales, ignorantes o malintencionados, como denuncia Guilarte, tratando de demonizar a tantos detractores. Pero ahora que el anteproyecto parece haber quedado aparcado, al menos, de momento, en parte por una reacción interna dentro del propio cuerpo de registradores, incluso Guilarte debe haber pensado que el peor demonio es el que se tiene en casa.