URBANO BLANCO CEA
Bibliotecario de la Biblioteca del Colegio Notarial de Madrid

En julio de 2013 no caben los libros en las estanterías y las cajas apiladas ocupan la mitad de la sala que vendrá a denominarse “Sala Juan Vallet”, situada en la planta cuarta del edificio del Colegio Notarial de Madrid. Se trata de la biblioteca de don Juan Berchmans Vallet de Goytisolo, la biblioteca de un sabio. A medida que las bibliotecarias van abriendo cajas sienten que se adentran en un espacio de intimidad, advierten que acaso, analizando su contenido, puedan aproximarse, con cierta fidelidad, a la personalidad del recopilador, no solo al desvelamiento de sus inquietudes intelectuales.
La catalogación rebasa los cinco mil registros monográficos, cerca de siete mil volúmenes (sellados con ex libris en contracubierta, muchos de ellos dedicados por sus autores), aparte de los folletos y las publicaciones periódicas. Pero no es solo la magnitud del fondo bibliográfico, es sobre todo la calidad del mismo lo que sorprende. Más de seiscientas obras has sido impresas con anterioridad a 1800. Se encuentran buena parte de las obras jurídicas clásicas y las catalogadoras, antes del alta definitiva, comprueban las autoridades en las grandes bibliotecas nacionales para incorporar a Baldo de Ubaldis, a Bartolo de Sassoferrato, a López de Palacios Rubios, a Castillo de Sotomayor, a Ayerbe de Ayora, a Covarrubias, a Antonio Gómez, a Luis de Molina. Con anterioridad han tenido la precaución de fotografiar cada una de las portadas: se trata de realizar el trabajo con el rigor que el empeño reclama. Ha sido muy útil a estos efectos la consulta y el cotejo de la biblioteca donada por don Rafael Núñez Lagos hace unos años. Sumadas ambas donaciones a las obras de que ya disponía el Colegio Notarial (muchas de las cuales fueron adquiridas en el periodo de Notario-Bibliotecario de don Juan Vallet) es posible que la biblioteca del Colegio Notarial de Madrid disponga de una de las mejores bibliotecas de Derecho antiguo e intermedio de España, mas de dos mil volúmenes impresos con anterioridad a 1800.

"La catalogación rebasa los cinco mil registros monográficos, cerca de siete mil volúmenes (sellados con ex libris en contracubierta, muchos de ellos dedicados por sus autores), aparte de los folletos y las publicaciones periódicas"

Es abrumadora la colección de obras de contenido iusprivatista, pero casi lo es más la referida a filosofía del Derecho, incluso a filosofía pura. El catálogo general está formado además con monografías sobre otras materias, entre las que destacan política, sociología, religión, historia del Derecho. Es inevitable aludir a la predilección que don Juan Vallet muestra por determinados autores, algunos de los cuales enfocaban sus inquietudes intelectuales a la doble vertiente filosófica y religiosa: Francisco Elías de Tejada, Pierre Teilhard de Chardin, Michele Sciacca, y por encima de todos, Santo Tomás de Aquino, de la mano del barón de Montesquieu. Sobre éste último debe ser prácticamente exhaustiva la bibliografía acumulada tanto de monografías como de publicaciones periódicas. Sabemos que tuvo su fruto: Premio Montesquieu (1986), otorgado por la Academia Montesquieu de Burdeos.
En mayo de 2014 las bibliotecarias solicitan más tejuelos, aún quedan los folletos, pero la tarea enfila su fin. En la sala central el retrato de don Juan Vallet preside la colección. Son sus libros y se encuentran tal y como los dejó: con sus anotaciones, sus subrayados, sus marcas, incluso con distintos tipos de documentos de su vida cotidiana (cartas, posavasos, facturas, recordatorios) que permanecerán allí guardados porque esa fue su voluntad, entre esas páginas leídas, repasadas, estudiadas. Un bibliotecario observa que el retrato le hace justicia, que así lo recuerda, con esa sencillez, con esa pose amable, con esa sonrisa. Y advierte cierto agradecimiento en ese semblante que les ve cruzar con sus libros, con esa colección que, como dijo don José Ángel Martínez Sanchiz, permanecerá así para siempre (parece mucho plazo, pero la pretensión es cumplir la voluntad del causante).
La fabulosa biblioteca de un notario, de un jurista excepcional, pero a juicio de los bibliotecarios también de un filósofo, o acaso sobre todo de un filósofo. Aunque esto no es más que la impresión de quienes han navegado entre sus libros. “Nulla dies sine linea”, decía don Juan (quien nunca descuidó enviar a la biblioteca del Colegio Notarial de Madrid cada una de sus obras). Sí, pero después de mucho leer. No cabe la menor duda.

"Es abrumadora la colección de obras de contenido iusprivatista, pero casi lo es más la referida a filosofía del Derecho, incluso a filosofía pura"

Rosana González Blanco y Laura Roldán Gonzalo abordaron el reto trabajando en turno inverso al realizado en la biblioteca del Colegio Notarial. Como profesionales, consideraron un verdadero regalo el privilegio de catalogar la biblioteca del insigne humanista don Juan Berchmans Vallet de Goytisolo, de haber tenido en sus manos los libros que hicieron posible la obra escrita de uno de los más reconocidos juristas en nuestro país y bastante más allá (la biblioteca del Colegio Notarial de Madrid es testigo privilegiado del interés con que juristas de todo el mundo admiran y estudian su obra). No como él los tuvo, pero con el tacto inconfundible del bibliotecario que trata el libro con manos de madre. Así han trabajado Laura y Rosana: con rigor, con profesionalidad, con su mejor disposición.
Un último apunte. Ignoro si don Juan Vallet tiene vínculos familiares con los hermanos Juan, Luis y José Agustín Goytisolo, pero se han catalogado primeras ediciones de alguna de sus obras. Fue Juan Goytisolo quien escribió: “La dificultad es la cortesía del escritor con el lector inteligente”. Acaso debieran leerse las obras de don Juan Vallet como deben leerse las palabras del poeta: despacio y otra vez. Y ahora siento que urge terminar cuanto antes. Ya.