Pese a lo que pudiera parecer a primera vista como consecuencia de la actual situación de incertidumbre política, hay muchas razones para considerar que este es, o al menos debería ser, el momento adecuado. Tras casi cuarenta años de experiencia constitucional existe una coincidencia muy alta entre los especialistas sobre las reformas necesarias, centradas especialmente en la clarificación del marco de distribución competencial entre el Estado y las CCAA, el fortalecimiento de nuestras instituciones de control (singularmente el Poder Judicial y el Tribunal Constitucional), la redefinición del Senado y la mejora de nuestro sistema electoral. Es cierto que sería posible avanzar bastante en la mejora institucional de algunas áreas sin tocar la Constitución, pero con no ser esto suficiente en otras, la conveniencia de abordar la reforma en este momento se explica también por razones políticas y no simplemente técnicas.
Efectivamente, es la vorágine política en la que estamos inmersos la que aconseja plantear ahora la reforma. En la actualidad existe un clamor en la sociedad española, especialmente en el sector más joven de la misma, que busca redefinir las reglas del pacto social. Un clamor no solo motivado por la corrupción y la captura de nuestras instituciones, sino también por la convicción de que los sacrificios derivados de la dura etapa de la crisis no se han repartido de manera justa y equitativa. La actual composición parlamentaria no es más que el reflejo de esa situación. Por eso mismo, un proyecto de reforma constitucional tendente a mejorar la calidad de nuestras instituciones y a fortalecer ciertos derechos sociales, es un reto colectivo capaz de generar la ilusión necesaria para garantizar paz social y unidad ante el complicado futuro que nos promete el mundo globalizado al que pertenecemos. Es más, a la vista del fraccionamiento político actualmente existente y de la dificultad de alcanzar pactos estables para desarrollar un programa político definido, centrar los trabajos parlamentarios en la preparación de una reforma constitucional limitada a una serie de temas muy concretos puede dotar a esta legislatura de un contenido importante, difícil de conseguir para otros fines, y que a la postre puede resultar exitoso.

"Alcanzar cierto consenso en las soluciones no es ni mucho menos imposible"

Un análisis desapasionado nos debería convencer de que alcanzar cierto consenso en las soluciones no es ni mucho menos imposible. Detrás de la habitual retórica política existen problemas susceptibles de una aproximación racional. Por ello, lo más importante en este momento es abrir el debate a los especialistas con la finalidad de realizar un trabajo previo de identificación de problemas y de propuesta de soluciones técnicas. Desde esta revista queremos contribuir a ese debate imprescindible, y en prueba de ello este número recoge las colaboraciones de un conjunto de expertos que analizan la cuestión desde diferentes perspectivas. Como comprobarán fácilmente, si de ellos dependiera alcanzar un consenso no va a resultar difícil. En próximos números iremos analizando alguna de las cuestiones aquí planteadas con mayor detalle.
A nadie se le escapa que nos encontramos ante uno de esos momentos cruciales cuya resolución positiva o negativa determinará el futuro de nuestro país para las siguientes décadas. Si queremos evitar la confrontación estéril y la frustración necesitaremos grandes dosis de esfuerzo técnico, visión a largo plazo y paciencia. Hace cuarenta años, pese a las enormes dificultades concurrentes, demostramos estar a la altura de los tiempos. Hoy no tiene por qué ser más difícil.