ENSXXI Nº 7
MAYO - JUNIO 2006
JOAQUÍN ESTEFANÍA
Escritor y periodista
En el año 1920, un estafador italiano residente en Estados Unidos, Carlo Ponzi, dijo haber descubierto la manera de ganar dinero utilizando una estructura piramidal: compraba en Europa unos cupones que se podían cambiar por sellos en EEUU. La diferencia de precios debido al tipo de cambio permitiría ganar muchos dólares. Ponzi, a través de una sociedad de su propiedad denominada The Securities Exchange Company, prometía "inversiones seguras con rentabilidades muy altas": nada menos que un 50% en 45 días. En realidad, nunca compró cupones ni sellos, sino que se limitaba a pagar a la primera generación de inversores con el dinero de la segunda, a los de la segunda con las inversiones de la tercera generación, etcétera. La bicicleta rodaba hasta que disminuía su velocidad o se paraba. El fiscal del distrito, en Boston, descubrió la estafa al ver que a pesar de que el negocio no dejaba de incrementarse, la compraventa de sellos no había aumentado.
Fue así como en la teoría económica los fraudes piramidales tomaron el nombre de Ponzi, que empezó a figurar en los diccionarios de la materia. El italiano tomaba el dinero de los últimos inversores y con el mismo pagaba las obligaciones contraídas con los inversores más antiguos; pero ello requiere una ampliación permanente de la base de la pirámide, es decir, el flujo de capital invertido debe ser continuo. Pero en algún momento, el proceso se rompe, la velocidad de circulación del dinero es menor, y en ese preciso instante el proceso se desmorona, arruinando a miles de inversores confiados. Un "esquema de Ponzi" supone pagar obligaciones viejas con dinero proveniente de inversores nuevos; cuando el flujo de fondos que ingresa por abajo (inversores más nuevos) comienza a reducirse en relación al flujo de fondos que sale por arriba (retribución a los inversores más antiguos), el esquema se desmorona. La historia cuenta -y también en esta parte del relato es sabia- que Ponzi dio con los huesos en la cárcel, pero permaneció en ella poco tiempo, antes de volver a prisión por otras estafas; se convirtió en un protegido de Benito Mussolini y terminó sus días en un hospital de Río de Janeiro, en 1949, con apenas 75 dólares en su bolsillo que sirvieron para pagar su entierro.
"El italiano tomaba el dinero de los últimos inversores y con el mismo pagaba las obligaciones contraídas con los inversores más antiguos; pero ello requiere una ampliación permanente de la base de la pirámide"
Como siempre, los más fuertes tienen la capacidad hasta de instituir sus mitos, aunque estos sean negativos como el de Carlos Ponzi. Antes de que éste naciera, la hija del escritor español Mariano José de Lara, que también murió muy joven, se hizo famosa por practicar otro esquema piramidal. Doña Baldomera, que así se llamaba, pasó a la tradición patria con el sobrenombre de "la madre de los pobres" gracias a un rudimentario negocio de inversión que ella misma inventó y desarrolló en el siglo XIX: prometía dos onzas de oro por cada una que le entregaban y pagaba dividendos a unos con el dinero que pondrían otros en el futuro. Un día fueron más los que quisieron retirar que los que aportaron y el invento se acabó (en el caso de Ponzi ello se dio por una denuncia en la primera página del periódico Boston Post, que alarmó a sus clientes). Doña Baldomera especulaba con bienes que no existían y acabó arruinando a mucha gente: la "madre de los pobres" devino en una estafadora, aunque no figure como tal en los diccionarios de Economía.. Portugal, con "la banquera del pueblo", Albania, Filipinas, ... han sido zonas geográficas en los que las estafas piramidales tuvieron consecuencias mediáticas muy conocidas.
¿Qué otra cosa que una estructura piramidal es el contrato generacional que se adquiere en las sociedades europeas por el cual los jóvenes de hoy pagan las pensiones de sus mayores en un esquema de reparto? La diferencia es que en este caso la estafa no es posible porque las deudas están avaladas por el aparato del Estado. ¿Qué, sino un ejemplo privado e ingenuo de pirámide eran esas cadenas con las que nacimos los niños españoles por las cuales si uno enviaba una peseta a cinco conocidos acabaría recibieron cinco mil pesetas si la cadena no se rompía? Ponzi no inventó nada, aunque fuera él quien haya padecido el dudoso honor de teorizar las pirámides financieras. España ha sufrido varios de estos escándalos en su historia contemporánea hasta llegar al penúltimo de ellos, en la época del Partido Popular, con el caso Gescartera, una agencia de valores que estafó unos 100 millones de euros a sus aproximadamente dos mil clientes. Antonio Camacho, su principal gestor, decía haber encontrado sistemas de inversión en EEUU, muy provechosos para quien le dejasen administrar sus ahorros. Prometió a sus clientes una gran rentabilidad ("garantizada") y dos millares de personas o instituciones se fiaron y compraron "depósitos estructurados en renta fija". El economista Xavier Sala i Martí, escribía un artículo en La Vanguardia, que descubría el esquema de Gescartera y lo calificaba con ironía: ""¿Qué hacía Gescartera, en realidad, con el dinero? Pues lo mismo que Ponzi: una parte era para pagar a los clientes que querían recuperar su dinero -evitando así las sospechas- y el resto iba al bolsillo del timador. Una pirámide en toda regla, que se derrumbó? cuando La CNMV [Comisión Nacional del Mercado de Valores] exigió que se documentara el paradero del dinero. Como no existían inversiones, ¡craso error, don Antonio!, se falsificaron dos certificados de depósito de La Caixa y del Santander que fueron debidamente rechazados. Y Camacho se fue directamente a la cárcel sin pasar por la casilla de salida y sin cobrar? pero el dinero ya había desaparecido?.
Pero Gescartera era un chiringuito financiero aledaño al corazón del sistema. Cuando a principios del pasado mes de mayo se conoce la presunta estafa piramidal de Afinsa y Fórum Filatélico estamos hablando del corazón de ese sistema, y los afectados pueden ser no dos millares sino entre 300.000 y 400.000 personas. Ciudadanos que invirtieron en el sector filatélico -que les ofrecía "inversiones seguras con rentabilidades muy altas"- los ahorros de toda la vida, el producto de sus prejubilaciones, un fondo de pensiones para su retiro, o simplemente se movieron por la irresistible codicia de unos tipos de interés superiores a los del mercado. En los primeros momentos de la emergencia de este caso se estimaba que el desfase patrimonial (la diferencia entre el dinero invertido y las cantidades que tienen las empresas para responder ante sus clientes), superaba al menos los 3.500 millones de euros, más otros casi 2.000 millones de fraude fiscal.
"¿Qué otra cosa que una estructura piramidal es el contrato generacional que se adquiere en las sociedades europeas por el cual los jóvenes de hoy pagan las pensiones de sus mayores en un esquema de reparto?"
Aunque habrá mucho tiempo para evaluar con más detalle este asunto -que también pasará a las hemerotecas de la historia económica, y cuya solución puede esparcirse a lo largo de varias generaciones- se deben extraer dos primeras consecuencias generales. La primera es universal en el pequeño relato de las estafas piramidales: sólo hay rentabilidades extraordinariamente altas, por encima de la media del mercado, con riesgos igual de altos: el inversor puede ganar mucho dinero, y también perderlo con parecida facilidad. La segunda, que el mayor riesgo regulatorio no está en negocios donde la regulación es muy fuerte sino donde la regulación no existe. Para vigilar los intereses de los clientes y dar soporte a las entidades financieras en apuros, en España se creó a finales de los años setenta el Fondo de Garantía de Depósitos; se trata se una institución cuyo patrimonio está constituido por aportaciones de bancos, cajas y entidades de crédito, y con recursos del Banco de España. Pero no existe ningún airbag de protección para las sociedades de inversión en bienes tangibles, como son Afinsa y Fórum Filatélico, cuyos clientes van a quedar al albur de la liquidación larga y más o menos ordenada de sus bienes. En el caso de la estafa de Ponzi, sus clientes sólo recuperaron, después de mucho tiempo, el 37% de su inversión. Veremos qué pasa ahora.