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revista7

ENSXXI Nº 7
MAYO - JUNIO 2006

EL ILUSTRE NOTARIO EXPONE CÓMO EL NOTARIADO PARECE COMERCIALIZARSE AL RITMO DE LOS TIEMPOS

Reclama la prestación de un servicio notarial con diligencia, pero sin prisas

Una entrevista de María Teresa García Ludeña

¿Qué te llevó a elegir esta noble profesión?
Huérfano de padre, me crié con mi primo hermano Pedro Zaragoza Tomás, Abogado en Villajoyosa, jurídico por esencia, quien no pudo preparar notarías, como hubiera preferido, pues tenía que mantener a los familiares que vivíamos con él. Pero a su hijo mayor antes que los siete que luego tuvo en su matrimonio con Pilar Mifsud, que como una madre fue también para mí, le transmitió su vocación insatisfecha, ayudándome hasta que a los veinticinco años, después de los veinte vividos con ellos, en 1948 ingresé por oposiciones en el Colegio Notarial de Zaragoza. Y al jubilarme, cumplidos los setenta, me dolió que Pedro no viviera para ver que su ahijado, mi hijo mayor Joaquín, en mi notaría continuaba, poco tiempo después con su hermano Francisco.

¿Quiénes son tus maestros? ¿A quienes admiras dentro del mundo del notariado?
Muy difícil es la respuesta pues a muchos Notarios he admirado y a muchos debo por su ayuda. Empezando con mi preparador Don Enrique Taulet, continúa Sebastián Ribera, en cuyo despacho de Zaragoza aprendí,  jurídica y humanamente, seguiría con Fernando Monet, ya en Valencia, y con muchos otros, entre ellos dos Registradores: Ginés Cánovas, quien me obligó a escribir para una revista jurídica por primera vez, y Manuel Batalla, del que tan buenos consejos recibí y cuyo nombre es el de uno de los sillones de la Academia Aragonesa de Jurisprudencia y Legislación, pues así lo propuse cuando se constituyó.
Tampoco debo olvidar a los compañeros del grupo que nos reuníamos en Madrid durante la oposición entre Notarios que me trajo a Valencia: Nacho Sáenz de Santamaría, José Luis Álvarez, Alberto BaIlarín y el mudo, que hablaba el último por cuanto siempre decía lo mejor: Celestino Más. Este y el primero, por desgracia fallecidos.
De las grandes figuras -tantas lo son en nuestra profesión- no menciono a ninguno: muchos son los que he admirado y admiro y de quienes, con su conducta y sus escritos, tanto aprendí.

¿Qué momentos gratificantes podrías destacar que te han llevado a sentirte orgulloso por el hecho de ser Notario?
Muchos han sido, pero dos experiencias he recordado y recontado tantas veces, como lo hago ahora también. Una, el testamento que no llegué a autorizar porque, a solas con el enfermo en el hospital, este me dijo que ya lo tenía hecho y con él me pasé hablando una media hora para decir a la salida que hecho estaba, con lo cual pudo morir tranquilo. La otra, al descubrir a la viuda que su vecindad, como la del difunto, aragonesa era, pues a pesar de sus cambios de domicilio no habían perdido tal condición: ella podía disponer de los bienes entre los hijos libremente como estaba facultada. En uno y otro caso, negativa y consejo respectivamente, a la familia evité graves problemas. Lo cual cito entresacado de muchas otras situaciones similares a largo de cuarenta y cinco años.

¿Cómo es posible compaginar la vida de Notario con la de escritor?
Creo que no solo es compatible el ejercicio como Notario y como jurista que sobre lo que conoce escribe, sino que es de todo punto conveniente pues por poca ciencia que tenga, de la experiencia mucho aprendemos. Es más, el ejercicio debe influir para que los artículos y los libros no se queden en meras especulaciones, sino que sirvan a quienes los escriba y a quienes los lean, a fin de mejorar los protocolos.

Todos nosotros hemos estudiado tus trabajos sobre urbanizaciones privadas, dinos, por favor, cómo surgió la feliz idea de la "propiedad horizontal tumbada".
Porque había empezado viviéndola al margen de lo legislado, pero sin contradecirlo, pues era una realidad que se imponía tal como los hechos han demostrado.
En la práctica empecé con subterfugios o medias tintas para poder inscribir mis escrituras. En la primera recuerdo que describía el suelo de las tres torres como elemento común general, las porterías que ocupaban las plantas bajas conforme a su destino y las viviendas como si de tres escaleras de un mismo edificio se tratara, y el registrador "se dejó engañar". Después fui desarrollándolo en la práctica y poco duraron las pegas.

¿Qué diferencias y similitudes encuentras entre el notario del siglo XX y el notario del siglo XXI?
Poco llevamos de siglo; si de momento hay diferencias entre los del anterior y los de éste es por la integración de los Corredores de comercio, juristas con distinta preparación, que con el tiempo, y así los hechos lo demostrarán, como antes quedaremos: somos los primeros legalmente regulados en el mundo con la Ley de Isabel I, casi siglo y medio de vida, de la que tanto ha aprendido el Notariado, latino o lejano, como los hechos demuestran también.

Según el conocimiento que te aporta la experiencia, ¿cómo ves el futuro del notariado?
Si los Notarios continuamos sintiendo que lo somos y procura cada uno hacerlo mejor, el futuro continuará abierto con la misma puerta de la ley isabelina.
Cierto que hay fallos que desprestigian nuestra función, más por cuanto las pautas parecen comercializarse al ritmo de los tiempos, como el segundo despacho (antes de ir al mío he de pasar por el del Banco, me dijo uno de los nuevos); las rebajas vergonzosas casi siempre si superan lo previsto por la ley; la ultrarapidez del  correveidile, que corre, que llega, signa y se marcha, eso sí, con mucha rapidez y en bien de los otorgantes, que todos tenemos prisa, aunque no se tenga con los buenos clientes.
Todo lo cual puede expresarse en tres palabras: SERVICIO CON SEÑORIO. Estamos para prestarlo a quienes lo reclaman y hemos de servir con diligencia, cierto, pero sin prisas ni embutidos que en fantasmas nos conviertan al lado de nuestros eficientes empleados, sino del modo y como nos corresponde: atender cumpliendo con lo que debo, para lo cual preciso estudio y tiempo, manteniendo en la relación la postura de señor del documento, ya que con mi signatura le doy vida y eficacia cobra.

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