ENSXXI Nº 77
ENERO - FEBRERO 2018
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LAUTERPACHT y LEMKIN, dos juristas rompedores y pioneros del derecho penal de gentes en pleno siglo XX
Presidente de EL NOTARIO DEL SIGLO XXI
“Calle Este-Oeste” saca a la luz la obra y vida de estos juristas en torno a Lviv y al juicio de Núremberg
Siguiendo el hilo del derecho, hay que subrayar, entre las numerosas obras creativas que se han publicado en estos meses, una novela importante, emotiva y trascendente a la vez, de trasfondo histórico, que tiene como punto de referencia los juicios de Núremberg y que relata con precisión, agilidad y profundidad la génesis, desarrollo y consagración definitiva de los delitos de lesa humanidad (crímenes contra la humanidad) y el genocidio)
El título Calle Este-Oeste (Anagrama, septiembre 2017), evocación del decumanus maximus de la urbs, alude al eje principal de una ciudad cuna del gran jurista Hersch Lauterpacht muy cercana a Lamberg, la ciudad cosmopolita epicentro de esta historia, situadas ambas en esa zona centroeuropea de lindero lábil o variable según el conquistador de turno, unas veces polaca, otras alemana, austriaca o soviética y hoy ucraniana, que entre 1916 y 1945 cambió ocho veces de manos y hasta de nombre: Lviv, Lvov, Lwow o Lemberg según el idioma del dominador, y que en latín se llamaría Leopolis, la cuidad de los leones. Esta ciudad, hoy mortecina, era en los años treinta del siglo pasado una urbe vibrante y cosmopolita, un bullicio de intelectuales, escritores, arquitectos y comerciantes agitados por las tensiones latentes entre los heterogéneos grupos y etnias que la poblaban, alemanes, soviéticos, judíos, polacos, ortodoxos o nazis, y por distintas razones concitó a los tres protagonistas de la emocionante narración que contiene la obra.
El autor es un judío inglés profesor de Derecho internacional en el University College de Londres, conocido y famoso -además de por sus comentarios en la CNN o en la BBC y sus colaboraciones en The Guardian, Financial Times y otros medios- por sus intervenciones en el Tribunal de Justicia de las Comunidades Europeas y en la Corte Penal Internacional de la Haya, Philippe Sands, que quiso a sus 50 años investigar sus orígenes, lo que le llevó a Lemberg (o Lviv), y a la ciudad vecina Zolkiew haciendo emerger una emotiva historia familiar que nace en el clan pero trasciende a la propia Shoá, y adquiera valor universal por su desenlace en el Holocausto nazi y en su réplica de los juicios de Núremberg. Inaugura así esta obra una categoría literaria inexplorada, un género mixto de novela detectivesca de investigación, de interés quizá particular, que trasciende a un soberbio thriller judicial cuando relata con precisión y rigor históricos las referentes del juicio de Núremberg, de interés universal indiscutido.
"El libro tiene como punto de referencia los juicios de Núremberg y relata con precisión, agilidad y profundidad la génesis, desarrollo y consagración definitiva de los crímenes contra la humanidad y el genocidio"
En este juicio, que queda agorado al principio y pende sobre el relato al estilo del drama griego, confluyen también los tres protagonistas de la novela bien que ahora en situación inversa: los dos abogados judíos Hersch Lauterpacht y Raphael Lemkin, antes perseguidos por los nazis, están ahora en el estrado de los fiscales acusadores, y el brillante jurista alemán Hans Frank, asesor de Hitler y otrora gobernador nazi de Polonia, sumido en el banquillo con otros criminales de guerra. Los tres estuvieron vinculados a Lviv. Frank como ejecutor activo/pasivo del Holocausto, los otros como hostigados y perseguidos, aunque milagrosamente consiguieron emigrar a tiempo de aquel infierno, el primero a Inglaterra y el segundo a Estados Unidos.
Sands nos embarca en los episodios de la vida errante de Lauterpacht y Lemkin, dos pioneros en la creación del Derecho Penal Internacional, que sembraron la semilla de los derechos humanos y consiguieron dejar acuñados dos tipos delictivos antes casi desconocidos, el crimen contra la humanidad para proteger al individuo frente a la violencia de guerras y matanzas, y el genocidio como protección del grupo o del individuo en cuanto integrante del grupo.
Consagrar el delito de genocidio fue obsesión de Raphael Lemkin que lo defendió obstinadamente frente a todos, incluso frente a su colega Lauterpacht, lo sostuvo contra la tenaz resistencia de los anglosajones -temerosos sin duda de que se abriera el vidrioso melón de los aborígenes y las colonias africanas-, y al final, aunque no consiguió que se recogiera con ese nombre en las sentencias de Núremberg, logró que fuera consagrado poco después por la Asamblea General de la Naciones Unidas: en diciembre de 1946, en su Resolución 95, la ONU resolvió que los principios jurídicos internacionales reconocidos en los estatutos del Tribunal de Núremberg, incluidos los crímenes contra la humanidad, formaban parte del Derecho Internacional, lo que respaldó las ideas de Lauterpacht, y en su Resolución 96, yendo mas allá de lo que habían ido los jueces de Núremberg, respaldó las de Lemkin afirmando paladinamente que el genocidio es un crimen según el derecho internacional.
"Una emotiva historia familiar que nace en el clan pero trasciende a la propia Shoá, y adquiera valor universal por su desenlace en el Holocausto nazi y en su réplica de los juicios de Núremberg"
Curiosa y casualmente en las páginas vecinas de esta revista, en la misma Sección Panorama, ha coincidido la Profesora Iglesias Vázquez recordándonos que este año 2018 es aniversario, otro más, ya el 70, de la Declaración Universal de los Derechos Humanos y de la Convención para la Prevención y Sanción del Genocidio, convención ésta última que enseguida fue ratificado por Francia y la URSS y pocos años después -lo que desgraciadamente ya no pudo presenciar Lemkin- por Inglaterra y Estados Unidos.
Es admirable que las ideas de aquellos dos jóvenes vinculados a Lviv, y en una época en que el hombre estaba inerme frente al poder omnímodo y despótico del estado, hayan tenido resonancia global y se hayan terminado incorporando al acerbo jurídico y ético mundial. Algo tan evidente hoy como que del Derecho internacional no son parte solo los estados sino también los hombres, las personas, que tienen ínsitos derechos inalienables incluso frente a aquellos, tuvo que ser conquistado en lucha vigorosa y enconada por aquellos pioneros que con su tesón y su talento enriquecieron de modo tan grande nuestra civilización. Solo es de lamentar que en ésta, como en otras materias, por ejemplo en la ciencia económica, se mantuvieran en el pozo del olvido absoluto y hayan sido inoperantes las reflexiones de la Escolástica española del XVI, en concreto de la escuela de Salamanca, Vitoria, Bañez, Soto, Suárez, etc. que había sostenido posiciones similares a las de Lauterpacht y Lemkin cuatro siglos antes.
Es una obra cautivadora, intensa, profunda y absorbente. Sorprende comprobar cómo Philippe Sands, con una agilidad que nunca sacrifica ni pospone al rigor, va narrando la evolución cultural de estos juristas.
"Es de lamentar que en esta, como en otras materias, se mantuvieran en el pozo del olvido absoluto y hayan sido inoperantes las reflexiones de la Escolástica española del XVI, que había sostenido posiciones similares a las de Lauterpacht y Lemkin cuatro siglos antes"
Cómo Lauterpacht creció obsesionado con el violento nacionalismo que se desató después de la Gran Guerra, que le llevó siendo judío a oponerse hasta al sionismo como otra forma repugnante más de nacionalismo. Cómo maduró y desarrolló después sus ideas en la Universidad de Viena bajo el magisterio de Kelsen, que también reconocía al individuo, a la persona, derechos constitucionales inalienables y prevalentes frente al Estado, como expresamente incluyó en la Constitución austriaca que él redactó. Y cómo las terminó elevando a leit-motiv de su lucha y lema de su doctrina que expandió intensamente primero desde su cátedra en Cambridge y luego al mundo entero desde el estrado de Núremberg como integrante de la Fiscalía inglesa.
O cómo Lemkin, obsesionado con los derechos de los grupos desde que fue consciente en su juventud del intento de exterminio de los armenios, se rebeló contra la doctrina común judeo-cristiana, también de Lutero, que marginaba al grupo por entender que la salvación era cuestión individual que cada persona ha de decidir por sí mismo en acto personal, fue convirtiéndose en el apologista de los derechos del individuo en cuanto miembro de un grupo (judío, gitano, curdo, armenio…), cómo creó el neologismo genocidio -de genos (tribu, raza en griego) y cidio (del latín cidere, matar)- y expandió su doctrina desde la Universidad de Columbia a todo el universo. Y cómo al final, ya integrado en el equipo del fiscal norteamericano Jackson, vio que este neologismo se utilizaba con normalidad en los pasillos y salas de Núremberg aunque no lo recogiesen nominatim las sentencias como ya se dijo.
"Apasionante resulta la narración del thriller judicial a medida que se han ido invirtiendo los papeles, desde la lejana confluencia en Lviv, y el antiguo nazi exterminador pasa al banquillo y los que tuvieron que emigrar ocupan los estrados de justiciar"
Y apasionante resulta la narración del thriller judicial a medida que se han ido invirtiendo los papeles, desde la lejana confluencia en Lviv, y el antiguo nazi exterminador pasa al banquillo y ve en los estrados de justiciar a los que tuvieron que emigrar para sobrevivir.
Las propuestas de estos pioneros, los derechos inalienables del hombre de Lauterpacht, y los del grupo de Lemkin, como también ya se ha dicho, han terminado triunfando, a pesar de que la culminación de su proyecto, la creación de un Tribunal Penal Internacional, haya tenido que esperar 50 años.
Philippe Sands, el autor de la obra, visitó Lviv, ahora Ucrania, y pidió al alcalde un monumento a la memoria de estos dos juristas memorables.
Un diccionario jurídico para todas las Españas Una revista jurídica de actualidad como EL NOTARIO DEL SIGLO XXI no puede dejar de aplaudir la aparición del primer y monumental Diccionario Panhispánico del español jurídico elaborado por más de 400 juristas y filólogos que es el complemento internacional del Diccionario del Español Jurídico (Espasa, abril 2016), cuya aparición hace dos años fue encomiada en las páginas de esta revista. Uno y otro han sido promovidos por la Real Academia Española y el Consejo General del Poder Judicial y dirigidos por el insigne catedrático Santiago Muñoz Machado. El Internacional ha sido editado por Santillana y fue presentado el pasado 15 de diciembre de 2017 en el Paraninfo de la Universidad de Salamanca, universidad emblema de la excelencia según la calificó el Rey en el acto de la presentación, involucrada activamente en esta edición por su acreditada fama en España e Hispanoamérica. |
Escuchad todos Tampoco podemos olvidarnos de la brillante exposición que el notario de Barcelona Juan José López Burniol hace a la solución del problema catalán en el libro Escucha Cataluña, escucha España (Ed. Península, septiembre 2017) del que es coautor con Josep Borrell, Francesc de Carreras y Josep Piqué y que hace dos meses iba ya por la tercera impresión. |
Tres novelas apoyadas en la historia Y ya metidos en historia, y a pesar de la absoluta falta de espacio, debo hacer referencia a tres obras de ficción relacionadas con la historia, tal vez podríamos llamarlas novelas históricas seleccionadas de entre todas las remitidas a esta revista, todas de indudable interés. Una está escrita por un registrador de la propiedad, Oscar Eimil Trasancos, quien tras una meritoria labor de investigación, en una obra con trama y buen léxico que titula Reinos de Sangre (Almuzara, noviembre 2017), novela las intrigas y traiciones de cristianos, moros y judíos en las cortes cristianas de Pamplona, León y Castilla en los albores del turbulento siglo XI, en torno al reinado del primer rey de Castilla Fernando I. |