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ENSXXI Nº 8
JULIO - AGOSTO 2006

PRESENTACIÓN EN EL COLEGIO NOTARIAL

Roberto Blanquer y José Luis Villar Palasí presentaron un reciente libro del notario José Cerdá Gimeno.

Madrid, redacción.
El jueves 15 de junio tuvo lugar, en el salón de actos del Colegio, la presentación del libro “Conflictos entre normas”, del que es autor el notario José Cerdá Gimeno. El acto, muy concurrido y que fue moderado por el Decano, contó con las intervenciones del notario Roberto Blanquer Uberos, el catedrático emérito José Luis Villar Palasí, el gerente de la editorial Salvador Vives López y el propio autor.

La experiencia ibicenca y el conflicto entre normas.  Roberto Blanquer, desde la confianza y el afecto como él mismo hizo notar, comenzó subrayando del autor que, por su manera de ser y de pensar, es un mediterráneo, su vida se desarrolla y se realiza en el entorno de este mar nuestro, en una primera fase en la orilla valenciana y luego, llegado a la plenitud de su aventura vital, en la maravilla de las Islas Pitiusas que navegan en dicho mar. Nació en Valencia en 1931, en las Escuelas Pías valencianas estudió el bachillerato y preparó el examen de Estado que superó con brillantez, en la Universidad Literaria de Valencia cursó los estudios de derecho y obtuvo la calificación de sobresaliente en las pruebas de licenciatura en 1953.

Blanquer pasó detallada revista a la actividad académica y notarial del autor, recordó su tesis doctoral, dirigida por el profesor Montés Penadés, acerca de la prohibición de la sucesión contractual en el Código Civil, calificada por unanimidad con sobresaliente por el tribunal presidido por Luis Díez-Picazo y Ponce de León, y su ingreso primero en el cuerpo superior de Administradores civiles del Estado y poco después, en el Notariado, en el que ha desempeñado notaría en Puebla de Guzmán (Huelva), Formentera, Santa Eulalia del Río y ciudad de Ibiza, ejerciendo –indicó Blanquer– con tales altura y dignidad que tanto se ha prestigiado él mismo como ha prestigiado a la corporación notarial. José Cerdá tiene la Cruz de honor de la Orden de San Raimundo de Peñafort, ha sido vocal de la junta directiva del Colegio Notarial de Baleares, y es académico correspondiente de la Real Academia de Jurisprudencia y Legislación y vicepresidente de su sección de derecho comparado, y numerario de la Academia de Jurisprudencia y Legislación de Baleares. El libro presentado es precisamente el texto completo presentado para su ingreso.  
Blanquer detalló seguidamente los trabajos de José Cerdá sobre el derecho de familia, así como el derecho propio ibicenco enmarcado en el balear y la realidad normativa de los derechos forales autonómicos. Indicó que su preocupación por la  materia de los conflictos entre normas nace de la sensibilidad que le despierta la experiencia del ejercicio profesional en Ibiza y Formentera, lugares de atracción de personas de las más diversas procedencia, que no pocos casos han arraigado en ellas.

La superioridad del derecho privado. El profesor Manuel Soroa dio lectura a la intervención del profesor Villar Palasí, ausente del acto por obligada asistencia al funeral del profesor Lozano Irueste, antiguo secretario general de la Universidad Complutense.
En primer lugar -dice el profesor Villar- dentro del ordenamiento jurídico español hay una evidente superioridad del conjunto derecho privado sobre el conjunto derecho público, y ello por diversas razones. En primer lugar, por el distinto origen de uno y de otro, la aparición del globalmente llamado derecho público suele cifrarse en torno al siglo XIX, en tanto que el origen del derecho privado se pierde en la noche de los tiempos. En segundo lugar, la superioridad del derecho privado sobre el derecho público atiende a los órganos sociales de los que emanan unos y otros; en el caso del derecho público, su procedencia directa es la Administración Pública, en tanto que el derecho privado emana directamente de la sociedad. En tercer lugar por la facilidad o no de la inserción de uno y otro sistema normativo en un conjunto normativo estructurado. En cuarto lugar a pesar de la abundancia de leyes ordinarias para una serie de materias específicas del derecho privado, las constantes remisiones de las mismas bien al Código Civil, bien a conceptos y categorías del derecho privado, implican per se una jerarquización o supeditación de la legislación específica frente a la elaboradísima extracción dogmática llevada a cabo desde siglos por los juristas de derecho privado. Y finalmente, la no necesidad de diferenciación en el derecho privado entre normas fundamentales o básicas y otras no fundamentales.  

"La manera de hacer en casi todos mis libros ha sido una visión no dogmática y cerrada, sino helénica o problemática abierta. Por eso he adoptado la vía de acceso nueva que propone Villar Palasí de la teoría de los conjuntos como horizonta que permita resituar los fenómenos inter normativos"

Para Villar Palasí el sistema estructurado resultaría ser un conjunto que puede ser definido de dos maneras: primera, por el conocimiento individual de cada elemento particular, sea por enumeración si el conjunto es finito, sea por su correspondencia con conjuntos ya conocidos; y segunda, por la enunciación de propiedades restrictivas características de los elementos genéricos del conjunto. Considera el profesor Villar que toda la teoría de los conjuntos implica la presencia de una serie de ciertas reglas, lo que ha permitido caracterizarlas con un sinónimo o con una semejanza, con un paralelismo, con el juego del bridge que también implica un material y una regla. En ese juego, como bien saben, el material es el juego, son las cartas, es decir todos sus elementos, y las reglas del juego son la estructura. Finalmente el profesor Villar quiere hacer patente la necesidad que tiene el jurista de hoy de un saber hacer llamando sin complejos a la puerta de otros métodos distintos a los tradicionales.  

Una investigación moderna. En tercer lugar tomó la palabra Salvador Vives, gerente de la editorial Tirant lo Blanc, editora del libro de José Cerdá. Tras agradecer la presencia de los demás presentadores y el marco ofrecido por el Colegio Notarial, indicó que el libro tiene algunas características que saltan a la vista:  la juventud que se desprende de un libro que es una investigación muy exigente, que incorpora la teoría de los conjuntos, cuya primera cita es de Rabindranath Tagore, que es interdisciplinar, y que es un libro absolutamente moderno y actual. Salta a la vista también su calidad, basta ver el aparato bibliográfico que ha manejado, los autores citados, la documentación extranjera y española. Salvador Vives concluyó recordando que Cerdá llegó a su despacho como “un discípulo de Vicente Montés”, sin decirle siquiera que era notario.

El notario, testigo imperturbable de la vida. Finalmente, José Cerdá Gimeno expuso las que llamó “palabra de salutación, de agradecimiento y de aclaración”. Temporalmente van entrelazadas el cuándo y el por qué de esta obra. “En el verano del año 2002 rememorando y estéticamente contemplando el ir y venir de las olas, rememorando, digo, esa superposición de capas, se me aparecía la enorme superposición de normativas de todo tipo en cualquier ámbito del derecho; eso es, constitucional, penal, fiscal, administrativo, urbanístico, mercantil, eclesiástico, estatal, civil. Es entonces cuando se produce la motivación de la obra”.
Alguna vez –prosiguió el autor– me he referido a la imagen de Ulises y sus aventuras y andanzas y la semblanza con el devenir de los hombres en su vital existencia. Alguna vez me he visto reflejado habiendo viajado por mar entre Ibiza y Formentera en ese viaje de regreso inacabable a Itaca y a ese paso del juvenil Ulises politropos de muchos senderos o de muchas palabras, a un cansado Odisea, en ese cambio ya operado en que no procede tomar un imaginario arco con flechas y lo sustituyo por el genio creativo de fabricar un libro que en vez de flechas contiene palabras.
Esas palabras como flechas apuntan a un blanco que contiene un par de ideas básicas. Una sobre contenido y otra sobre el cómo del libro. El contenido implica que la manera de hacer en casi todos mis libros, por influencia del profesor Juan Luis Diez-Picazo, ha sido una visión no dogmática y cerrada sino helénica o problemática abierta. Por lo tanto, ha adoptado esa vía de acceso nueva que propone Villar Palasí de la teoría de los conjuntos como horizonte que permita “resituar” los fenómenos inter normativos.
Así contemplada la obra y su aparente contenido, lo que se trasluce en el fondo es la actitud y el modo de hacer de un jurista práctico; lo cual enlaza con el cómo, o sea con una visión notarial. La idea previa, tópica por tanto, es la de proceder a distingos, subdistingos, distinciones, catalogación de conceptos, que han hecho siempre los grandes maestros, Castán Tobeñas, Roca Sastre, etc. que viene en el tiempo tomado de la Escuela de Bolonia. Con lo cual se han perseguido en la elaboración de este ensayo esas distinciones en las que va implícita una actitud de servicio del notariado a la sociedad porque atendía a supuestos prácticos.
Y las reacciones, tanto las del poder estatuido como las de las gentes, son las mismas que hace miles de años frente al escriba egipcio. Sobre la cabeza del notario pende la espada amenazante del titular del poder que le agravia e inquieta con gestos y actitudes que son desmesuradas e injustas. También es gusto añadir que al regazo del notario se arriman generación tras generación seres que ansían trascenderse y lo hacen o para quejarse o para llorar o para bendecir o agradecer su oscura e ingrata labor. Pero, sobre todo, el notario, testigo imperturbable de la vida, cual heredero de rectas cuneiformes y ambigüedades jeroglíficas, viene a aparecer como aquel que encarna y desencarna el saber que nos asombra. Aquello que representa supera toda medida, trasciende la historia, libera y encadena a la vez al hombre, lo atraviesa y lo sacude y al mismo tiempo lo comunica, a través del protocolo, con los vivos y con los muertos.
Concluyó su intervención José Cerdá recordando las afirmaciones de un gran pintor de mi tierra, precursor de Joaquín Sorolla, José Pinazo, del siglo XIX: “Decía José Pinazo y digo yo y así finalizo: Yo, a mi modo, soy hombre de lucha, la gloria me aburre, yo escribo mis cosas junto al mar donde las olas continuas borran y no dejan huella, así vivo yo, en mansa playa luchando. Es una tragedia prácticamente desesperada, sin poder entrar al fondo y sin poder retroceder”.

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