ENSXXI Nº 9
SEPTIEMBRE - OCTUBRE 2006
CARLOS BERZOSA ALONSO-MARTÍNEZ
Rector de la Universidad Complutense de Madrid
La economía española mantiene en los últimos años un largo ciclo de crecimiento que ha permitido alcanzar cifras de población ocupada nunca antes conseguidas. España crece, y crece incluso por encima de los países europeos de nuestro entorno. El dinamismo de su desarrollo no se ha visto afectado ni siquiera en los momentos más crudos de la crispación política, que de forma tan reiterativa como interesada vive nuestro país. Las tensiones no se han trasladado al mercado, que ha sabido ver lo artificial de las polémicas. También es cierto que no ha habido grandes diferencias en las políticas económicas aplicadas por los diferentes gobiernos, sea cual fuere su signo. Diversas apreciaciones coinciden en la necesidad de aumentar la productividad de nuestra economía, que necesariamente ha de venir por la vía del incremento de la investigación y de las partidas destinadas a I+D.
"España crece. El dinamismo de su desarrollo no se ha visto afectado ni siquiera en los momentos más crudos de la crispación política, que de forma tan reiterativa como interesada vive nuestro país"
Junto con el turismo, la construcción viene siendo un sector decisivo por la febril construcción de viviendas que hace de España un paisaje de grúas. Sobre este sector se ciernen las mayores preocupaciones ya que un repunte inflacionista puede provocar el parón drástico de su actividad. Diversos organismos han advertido de forma muy clara sobre los riesgos de la burbuja inmobiliaria, por no mencionar también el problema social que representa el tremendo encarecimiento de la vivienda, inaccesible para la mayoría de los jóvenes, o las agresiones al paisaje y el medio ambiente por un desarrollo no sostenible, dilapidador de recursos escasos como el agua con la proliferación de macro urbanizaciones e innecesarios campos de golf. De todo ello hablamos a continuación.
La economía española mantiene en 2006 el buen ritmo de crecimiento que sostiene en los últimos años, a pesar de factores adversos como el crecimiento de los precios energéticos y la tendencia al alza de los tipos de interés. Este ritmo dinámico de crecimiento sitúa el avance del PIB en un 3,7% anual en el segundo trimestre de 2006, lo que supone un diferencial de 1,3 puntos porcentuales respecto a la media de la Unión Europea. Las perspectivas para este año y el siguiente son además positivas. Según el FMI, España será el quinto país de la zona euro que más crecerá este año, tras Irlanda, Luxemburgo, Grecia y Finlandia, y será el cuarto en 2007.
El fuerte crecimiento de la economía se ve favorecido por el importante empuje de la demanda interna, gracias al impulso del consumo y el dinamismo de la inversión en la vivienda, cuya contribución al aumento interanual del PIB se mantiene en 5 puntos porcentuales el pasado año, frente a la aportación negativa de la demanda externa de 2 puntos porcentuales.
El consumo privado continúa creciendo a buen ritmo en 2006, con un 4% interanual, favorecido también por las buenas condiciones financieras y la fuerte creación de empleo de los últimos años, que mantiene una evolución positiva de forma paralela a la actividad económica. Concretamente, el ritmo de creación de empleo se ha mantenido en tasas interanuales del 4,9% -el 4,2% en el último trimestre-, datos que se benefician del dinamismo en el sector de la construcción y de los servicios. Este crecimiento está beneficiando la ocupación femenina, que crece en mayor proporción que la de los hombres. La tasa de paro se situó en el segundo trimestre de 2006 en el 8,5%, más de un punto por debajo que en el mismo periodo de 2005. En junio pasado había en España 19.693.100 personas ocupadas y 1.837.000 parados. Pero a pesar de los excelentes resultados que arrojan las últimas cifras económicas de España, muy superiores a la media europea, este crecimiento no mantiene un equilibrio debido, fundamentalmente, al aumento continuado de los precios y el déficit con el exterior, dos lacras de la economía del país a las que habrá que hacer frente.
El problema de las tasas de inflación en España, muy por encima de la media de la zona euro, dificulta las exportaciones ya que nuestros precios son menos atractivos que los de otros países, desembocando en una pérdida de competitividad de la que ya han alertado distintos organismos europeos.
En efecto, la tasa de inflación, medida con precios de consumo, aumentó hasta el 3,4% en 2005, frente a la media europea que ronda el 2,3%; a la vez la inflación subyacente en España continúa mostrando tasas de expansión también más elevadas que en la zona euro. Las expectativas no son muy halagüeñas. Las previsiones del FMI apuntan a que la inflación tendrá una proyección de alza de los precios del 3,7% para el año 2006 y del 3,4% para 2007 frente al 2,1% y el 1,9% de los países vecinos.
El peso del déficit comercial es igualmente otro de los puntos frágiles de la economía española. La ampliación del déficit exterior de la economía española, cuyo valor alcanzó el 7,5% del PIB en 2005, es el resultado del fuerte crecimiento de España, la pérdida de competitividad en cuanto a precio de productos españoles y el incremento de los precios de la energía.
En el primer semestre del año se ha registrado un déficit de 44.598 millones de euros en la balanza exterior, una cifra un 27% mayor que la del mismo periodo de 2005. Estos malos resultados, que viene arrastrando España desde hace dos años, se deben sobre todo al deterioro de la balanza comercial, que mide la diferencia entre importaciones y exportaciones, así como a la disminución del tradicional superávit que aporta el turismo y los viajes, que en el primer semestre disminuyó un 9,3% en tasa interanual, hasta los 9.140,6 millones de euros.
El FMI ha anunciado recientemente que el déficit por cuenta corriente se ha convertido en el segundo mayor del mundo en términos absolutos, sólo por detrás de EE.UU. Entre enero y mayo ascendió a 37.801,9 millones de euros, una cifra que supera en sólo cinco meses la registrada en todo 2002 y 2003.
El empeoramiento de la balanza por cuenta corriente puede acabar afectando al empleo y a la actividad. Sin duda, el saldo negativo de la balanza comercial denota una importante pérdida de competitividad ya que las empresas españolas son menos capaces de atender las crecientes necesidades de los consumidores españoles y recurren cada vez más a productos fabricados en otros países. El FMI considera que este panorama empeorará a corto plazo. La institución que dirige Rodrigo Rato ha revisado al alza sus predicciones sobre el déficit por cuenta corriente hasta situarlas en el 8,3% del PIB para este ejercicio, frente al 6,6% de media de la zona euro, y el 8,7% para 2007. Según este organismo, el impulso de la fuerte demanda interna no se verá compensado en su totalidad por las ventas al exterior de bienes y servicios más el saldo neto del turismo.
Vivienda. Uno de los factores claves del crecimiento económico de los últimos años ha sido el fuerte nivel de crecimiento tanto de la inversión residencial como de los precios de la vivienda. Éste ha sido un aspecto esencial del auge continuo de la economía, ya que ha impulsado el crecimiento de la demanda, basado en la fuerte inversión y el efecto riqueza que ha generado en las familias. Esta expansión también ha impulsado el notable crecimiento de la actividad en construcción y de la generación de empleo en este sector. De hecho, la inversión en construcción mantiene una tasa de aumento del 5,8% gracias a la inversión residencial.
"A pesar de los excelentes resultados, este crecimiento no mantiene un equilibrio debido al aumento continuado de los precios y el déficit con el exterior, dos lacras de la economía del país a las que habrá que hacer frente"
En la demanda de la vivienda ha influido notablemente el crecimiento de la población y de los hogares, y por tanto, la llegada de familias inmigrantes. La intensa creación de empleo en los últimos años y el descenso de la tasa de paro, ha favorecido el continuo ritmo de construcción de viviendas. El impulso de la demanda de vivienda residencial se ha apoyado además en la caída estructural de los tipos hipotecarios, la demanda de turistas extranjeros y el aumento de la renta real de las familias. A pesar de que los tipos de interés crecen moderadamente, la renta familiar sigue creciendo aunque a tasas menores y el ajuste de los precios de la vivienda se mantiene ordenado.
Organismos internacionales ya han mostrado su preocupación por los precios de la vivienda en España en un contexto de tipos de interés al alza. Desde el año 1997, la revaloración de la vivienda en términos reales ha superando el 130%, y aunque el precio de la vivienda se desaceleró levemente en 2005, las tasas de incremento interanual continúan siendo elevadas.
En un escenario como el actual en que los tipos de interés están subiendo de forma sostenida, es de prever que se modere el consumo, se ajuste la inversión en vivienda, los precios y la demanda. Los expertos esperan una ralentización de las subidas de los valores de los inmuebles en España, lo que probablemente tendrá un impacto negativo sobre los empleos en este sector y la inversión en las viviendas. Sin embargo, no se prevé que esta desaceleración tenga un impacto importante sobre el consumo ya que las plusvalías obtenidas por la apreciación de la vivienda no se han usado para aumentar gastos corrientes.
Otro de los riesgos ligados al aumento del precio de la vivienda es el endeudamiento de las familias, que en muy poco tiempo ha alcanzado casi el doble de la renta disponible. En el primer semestre del año, el endeudamiento de los hogares ha alcanzado los 526.310 millones de euros, lo que supone un incremento del 23% respecto al mismo periodo del año anterior. La deuda hipotecaria acumulada entre enero y junio supera ya ampliamente la registrada en todo el año pasado. Los hogares han seguido acudiendo al crédito para financiar su gasto, de forma que la financiación recibida por este sector sigue creciendo a ritmos superiores al 20%.
Tanto el endeudamiento como la carga financiera que conlleva la compra de una vivienda actualmente continúan aumentando, por lo que se reduce el colchón de que disponen las familias para afrontar situaciones adversas sin que se vean negativamente afectadas sus decisiones de gasto. Aún así, y aunque el Banco de España ha alertado en repetidas ocasiones sobre estos riesgos, para los expertos del Banco Central Europeo, el endeudamiento de las familias españolas no es excesivo, pues se encuentra ligeramente por encima de la media de la zona euro.
Aportación de la inmigración. Sin duda, la inmigración juega un papel muy importante en el crecimiento de la economía española de los últimos años, incrementando los niveles demográficos, la población activa y la producción. Un reciente estudio de Caixa Cataluña apuntaba que la economía española creció en la última década un 2,6% de media anual, en gran medida gracias a la aportación de los inmigrantes ya que sin su contribución el PIB habría caído un 0,6%.
Entre los años 2000 y 2004 la población inmigrante ha pasado de 0,9 millones a cerca de 2,8 millones, y destaca que España lideró el crecimiento demográfico de los países europeos entre 1995 y 2005, con un avance de la población del 10,7% frente a la media del 4,4% de la zona euro.
Tras el proceso de normalización de inmigrantes en situación irregular, se han integrado en el mercado de trabajo alrededor de 0,7 millones de personas. La tasa de ocupación de trabajadores inmigrantes se incrementó un 23% en 2005, de forma que los ocupados extranjeros alcanzaron en 2005 el 10,9% del empleo total.
Productividad, competitividad e I+D. La baja productividad y la pérdida de competitividad son otros de los retos de la economía española. Algunos estudios apuntan a que la brecha de productividad de España respecto a la Unión Europea de 15 miembros se ha ampliado más de seis puntos en los últimos diez años ya que los países de la zona euro han crecido a tasas anuales del 1,3%, frente al 0,3% de España.
"Organismos internacionales han mostrado su preocupación por los precios de la vivienda en España. Desde el año 1997, la revaloración de la vivienda en términos reales ha superando el 130%"
Es cierto que en estos años la economía española ha evolucionado hasta conseguir la convergencia con Europa en niveles de renta y de vida, pero la importante creación de empleo no ha ido acompañada de una paralela mejora en la calidad del trabajador. Pese a la mayor expansión económica, el crecimiento del capital productivo por empleo ha sido en España dos puntos inferior al de la Europa de los quince en los tres últimos años. La productividad de los factores ha sufrido un retroceso de cuatro décimas en los últimos dos años, como consecuencia del mayor crecimiento del mercado de trabajo sin que la inversión en capital, como equipos o tecnología, haya ido en paralelo.
En este contexto, la economía española continúa perdiendo competitividad en comparación con la Unión Europea y con Estados Unidos, debido a que las exportaciones crecen por debajo del comercio internacional, al diferencial de inflación existente con ambos y a la fuerte dependencia energética. La pérdida de competitividad está generando, entre otras consecuencias, deslocalizaciones industriales, impulsadas además por las ventajas que suponen para los fabricantes las rebajas fiscales, los salarios sensiblemente inferiores y la proximidad a los mercados de destino que ofrecen los países del Este de Europa e incluso asiáticos o africanos.
Por todo ello, es necesario impulsar en nuestro país una política económica que fomente la inversión privada, que facilite la creación y el crecimiento de las empresas y mejore las infraestructuras. Pero sobre todo, una política económica que fomente la sociedad del conocimiento, que impulse el presupuesto en educación, la calidad del capital humano y la inversión en I+D+i.
Resulta fundamental invertir en formación, es decir, en un capital humano de alta calidad, porque España aún está a la cola en este aspecto. Diversos estudios muestran que el nivel educativo en España se encuentra por debajo del de los países con un desarrollo económico similar al nuestro. Pese al crecimiento económico, ocupa el puesto veinte en inversión en enseñanza de los 30 países que forman parte OCDE. España dedicó un 4,9% de su producto interior bruto (PIB) a la educación en 2000, una proporción inferior al 5,9% de media de los países de la OCDE, y que ha disminuido en los últimos cinco años.
El conocimiento, factor esencial en el desarrollo económico, debe fomentarse a través de las universidades y los centros de investigación, ya que son la fuente de producción científica y tecnológica del sistema público. Por ello, se debe garantizar que la investigación que se realiza en estas instituciones públicas responda a los máximos estándares de productividad y de calidad. La integración institucional, la mejora de la calidad, y la gestión eficiente de recursos de I+D son tareas pendientes, así como incentivar que las empresas ayuden a fomentar una sociedad del conocimiento en España.
"España lideró el crecimiento demográfico de los países europeos entre 1995 y 2005, con un avance de la población del 10,7% frente a la media del 4,4% de la zona euro"
La inversión en I+D es todavía insuficiente en nuestro país, aunque está demostrado el efecto positivo que tendría sobre la productividad total ya que la inversión en sectores de alta tecnología e intensivos en conocimiento es generadora de riqueza y empleo de mayor calidad, además de motor del crecimiento de la productividad.
España presenta un atraso en cuanto al objetivo de dedicar el 3% del PIB a I+D ya que actualmente solo invierte el 1,05% del PIB, casi la mitad del promedio de la UE de los 15, un 2%. Además la inversión empresarial es igualmente insuficiente ya que apenas supera el 48% de la inversión total en I+D, frente al 58% de la UE y el 66% que pone como objetivo Lisboa. De las 500 empresas que más invierten en I+D, sólo 9 son españolas, cuando por el tamaño de la economía correspondería que fuesen 50.
No sólo se debe fomentar la calidad de bienes y servicios en sectores tradicionales, sino también en los sectores de mayor intensidad tecnológica. Por ello, es fundamental fomentar la innovación en las empresas españolas, respaldar la generación de tecnología propia, la creación de nuevas empresas de base tecnológica y alto crecimiento y dinamizar tecnológicamente sectores tradicionales.
Desarrollo sostenible. Por otro lado, el sector energético ha desempeñado un papel de importancia fundamental en el desarrollo económico que ha venido acompañado de un incremento en el consumo de energía y una pérdida de eficiencia energética primaria frente al resto de países europeos. El enorme aumento de la demanda energética, consecuencia del crecimiento de la población, la producción y el mayor nivel de vida alcanzado, conlleva asociados problemas ecológicos como el progresivo agotamiento de los recursos naturales y las agresiones medioambientales.
La crisis energética mundial producida por todos los factores relacionados con los combustibles fósiles como la subida espectacular de los precios de crudo, inestabilidad de los mercados, problemas geopolíticos y enormes consumos por parte de los mercados emergentes, inciden de forma especial en Europa que no cuenta con recursos energéticos propios para subsistir, dependiendo necesariamente de terceros países para satisfacer su demanda energética. En el caso de España, el problema adquiere mayor relevancia ya es uno de los países con mayor dependencia en importación de recursos energéticos, con un 78,3% del total.
Por ello, deben llevarse a cabo actuaciones para promover un sistema energético diversificado y sostenible para potenciar fuentes de energía autóctonas y prescindir en lo posible de la dependencia de importación de las fuentes convencionales. Es necesario tomar medidas en el sector energético que sean compatibles con la competitividad, la seguridad en el abastecimiento y la protección medioambiental. Para estar a la altura de Europa, donde cada vez se tiende más a la eficiencia y el ahorro energético, España debe buscar el camino del crecimiento sostenible. Es importante continuar avanzando en el desarrollo tecnológico de las energías renovables mejorando sus resultados lo que permitirá que la sociedad se familiarice con estas tecnologías y aprenda a convivir con estas fuentes de energía.