ENSXXI Nº 118
NOVIEMBRE - DICIEMBRE 2024
REVISTA DE PRENSA
Publicado en Expansión el 2 de octubre de 2024
María Teresa Barea
Notario de Granada
Edward Salk fue un virólogo e investigador estadounidense que descubrió y desarrolló una de las primeras vacunas exitosas contra la polio. Una vez dijo que "la esperanza está en los sueños" y, desde luego, no le faltaba razón. El trabajo de los notarios parece algo que no tiene nada que ver ni con la esperanza ni con los sueños y, sin embargo, si de algo se nutren los documentos notariales es de las ilusiones y objetivos vitales de las personas. Detrás de cada instrumento público autorizado por un notario hay una voluntad, una decisión, un objetivo, un deseo, un compromiso, que, en no pocos casos, forma parte de la columna vertebral de los propósitos de una persona.
Los notarios trabajamos aplicando las leyes, controlando la legalidad de todo lo que ante nosotros se formaliza, pero el contenido, la sustancia sobre la que trabajamos dándole forma jurídica dentro de los límites de la ley, son los sueños de las personas. Irse a estudiar al extranjero, iniciar un proyecto de vida junto a alguien querido, comprar una casa y fundar un hogar, convertir una idea brillante en un proyecto emprendedor, empezar de cero con una nueva pareja, repartir la herencia en vida...La materia prima que nos llega a la notaría cada mañana es cualquier cosa menos algo impersonal. Es una materia sensible, relacionada con la intimidad y las aspiraciones más profundas de los ciudadanos que acuden a nosotros, algo que debemos tratar con extrema delicadeza, con la atención, el mimo y el esmero de un orfebre que tiene la altísima responsabilidad de labrar metales preciosos.
"Los sueños son las piedras angulares de nuestro carácter" escribió Thoureau. Y así es. Nuestros sueños nos definen tanto como nuestra determinación para hacerlos realidad. Perseguir nuestros sueños nos estimula, nos ayuda a levantarnos cada mañana, como decía el gran Billy Wilder, y, sobre todo, nos hace irnos satisfechos cada noche a dormir. A mis compañeros más jóvenes, y a los que se preparan para serlo, suelo decirles que el trabajo de los notarios es el mejor que existe, pues consiste precisamente en ayudar a los demás a hacer realidad sus sueños. En muchas de las decisiones más importantes que uno tiene que tomar en la vida, como todas esas que he mencionado anteriormente, la presencia del notario es necesaria o cuanto menos muy aconsejable. Y por ello, aun en los casos en que no es estrictamente preceptiva, la inmensa mayoría de los ciudadanos quieren a un notario cerca en esos momentos. Para poder seguir soñando con tranquilidad, para tener la máxima garantía de seguridad jurídica en la toma de decisiones vitales importantes.
Ser notario es emocionante y lo que pasa en las notarías también lo es. No es ningún formalismo ni un mero trámite, como a veces se traslada a la opinión pública o se quiere hacer pensar. Al contrario. Creo que no exagero si digo que, en cierta forma, lo que se obra en las notarías con cada instrumento público es una especie de prodigio. Lo que era una intención, un deseo, una voluntad, una decisión, pero todavía no ejecutada, se convierte en un acto firme, seguro, eficaz, inatacable legalmente. Decía antes que los notarios ayudamos a que los sueños de los ciudadanos se hagan realidad y así es casi literalmente desde el punto de vista jurídico.
Cuando un ciudadano acude a un notario, habitualmente lo hace con una idea más o menos clara de lo que quiere hacer, pero es el notario el que le dice cómo hacerlo de la forma más ajustada a sus intereses dentro de la perfecta legalidad. Los notarios escuchamos, comprendemos, asesoramos, damos forma jurídica y controlamos el discernimiento, la legitimación, la plena comprensión y la plena legalidad sustancial y formal de los contenidos y compromisos asumidos en cada escritura pública. Y esta labor de acompañamiento, asesoramiento y control de la legalidad, que prestamos de forma imparcial cuando hay varios intereses o voluntades en juego, nos compromete especialmente con los sueños de las personas más desfavorecidas o vulnerables, aquellas que lo pueden tener más difícil para lograr la efectividad jurídica de sus ilusiones y propósitos vitales.
Claro que es emocionante nuestro trabajo, y lo es especialmente cuando con él contribuimos a la igualdad de oportunidades y a que, con independencia de sus recursos, todos los ciudadanos tengan derecho a convertir sus sueños en una realidad jurídica firme. Un objetivo tan importante para nuestro Estado de Derecho que la función notarial es en España, y en casi todos los países de Europa, un servicio público prestado por profesionales que son al mismo tiempo funcionarios públicos. Un servicio al alcance de todos los ciudadanos y empresas, que garantiza la igualdad de oportunidades en el ejercicio de los derechos individuales y las libertades civiles y que protege de forma especial a los más vulnerables.
La esperanza está en los sueños, como decía Salk, porque solo soñando podemos cambiar las cosas que no funcionan o mejorar las que solo funcionan medianamente. Pero la esperanza no sólo está en los sueños, sino en la posibilidad de que estos puedan hacerse realidad, porque así es como cobran su verdadero valor, y para ello la seguridad jurídica es algo fundamental. Por eso, y con motivo del Día Mundial del Notariado, me gustaría reivindicar que trabajar al servicio de la seguridad jurídica, como hacemos los notarios, es trabajar al servicio de los sueños de todas las personas y, por tanto, de la esperanza en un futuro mejor. Y esa es la gran emoción de ser notario.