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ENSXXI Nº 119
ENERO - FEBRERO 2025
El antisemitismo: una constante a lo largo de la Historia
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Presidente de la Asamblea de Madrid
Licenciado en Derecho
Enrique Ossorio es licenciado en Derecho por la Universidad Complutense de Madrid y miembro del Cuerpo Superior de Técnicos de la Administración de la Seguridad Social. Ha ocupado diversos cargos en la Comunidad de Madrid, como asesor técnico, jefe del Servicio de Apoyo a las Haciendas Locales, jefe de Recaudación Ejecutiva, director general de Tributos, viceconsejero y consejero de Hacienda y consejero de Economía y Hacienda. A nivel nacional, fue secretario general de Coordinación Autonómica y Local en el Ministerio de Hacienda y Administraciones Públicas entre 2011 y 2012. Desde 2019 desempeñó el cargo de consejero de Educación, Universidades, Ciencia y Portavocía y en 2022 fue designado vicepresidente de la Comunidad de Madrid. Tras las elecciones autonómicas de 2023, dejó el Gobierno regional al ser elegido presidente de la Asamblea de Madrid.
El 27 de enero fue declarado por la Asamblea General de las Naciones Unidas como el “Día Oficial de la Memoria del Holocausto y Prevención de los Crímenes contra la Humanidad” y por la Unión Europea como el “Día Europeo de la Memoria del Holocausto”. Desde el año 2000 la Comunidad Judía de Madrid y la Asamblea de Madrid organizan un acto conmemorativo al que se da la máxima relevancia. Es una satisfacción afirmar que el Parlamento de Madrid fue pionero en una iniciativa que, luego, han seguido otras instituciones. Etimológicamente, la palabra holocausto proviene de dos palabras del griego antiguo, olos y kaustos, que significan “quemarlo todo”. Desde 1945 designa el asesinato de judíos europeos durante la Segunda Guerra Mundial. Los judíos lo llaman Shoah, que en hebreo significa “catástrofe”.
El 27 de enero de 2025 se cumplen 80 años de la liberación del campo de exterminio de Auschwitz. Anatoly Shapiro fue el primer oficial del ejército soviético que entró en el horrendo campo de concentración de Auschwitz-Birkenau después de la retirada de las tropas alemanas. Cuando le preguntaron por su primera impresión ante el campo señaló: "Había tal hedor que era imposible estar ahí por más de cinco minutos. Mis soldados no lo podían soportar y me rogaban para que los dejara ir. Pero teníamos una misión que cumplir". Catástrofe que no podemos olvidar para no repetirla. Debemos recordar para no olvidar.
Sin duda era el hedor del mal y la atrocidad. Las tropas soviéticas encontraron pruebas irrefutables de las barbaridades que se habían cometido en aquel lugar y, también, de un episodio muy significativo de la denominada “solución final”: el genocidio sistemático de los judíos que residían en los territorios ocupados por Alemania durante la Segunda Guerra Mundial, puesto en marcha tras la conferencia de Wannsee en enero de 1942. Cualquier persona que tiene noticias de estos hechos se sorprende de que todo esto ocurriera en la Europa culta y avanzada del siglo XX y, muy especialmente, en Alemania. ¿Cómo pudo suceder algo tan horrible en una sociedad tan desarrollada? Para responder a esta pregunta debemos tener presente que, si echamos la vista atrás, podemos constatar que el antisemitismo ha sido una constante en la Historia de la humanidad.
“El 27 de enero fue declarado por la Asamblea General de las Naciones Unidas como el ‘Día Oficial de la Memoria del Holocausto y Prevención de los Crímenes contra la Humanidad’”
Los primeros casos de antijudaísmo los encontramos en el siglo III antes de Cristo en los reinos helenísticos que se constituyeron después de la muerte de Alejandro Magno. El emperador seleúcida Antíoco IV emitió, entre los años 167 y 170 AC, varios decretos discriminatorios que provocaron la sublevación de Judea. También acontecieron asesinatos de hebreos en Alejandría, dentro del reino ptolemaico de Egipto. Son más conocidos los enfrentamientos entre Israel y Roma, en buena parte por las diferencias religiosas entre una religión monoteísta y otra con múltiples dioses, que concluyeron con el asedio y destrucción de Jerusalén, el saqueo e incendio de su templo y la esclavitud de una gran parte del pueblo judío.
En la Edad Media, la religión de los hebreos colisionó con el cristianismo y el islamismo, las religiones mayoritarias. Sin embargo, los musulmanes fueron permisivos en Al- Ándalus a la hora de permitir a los judíos practicar su fe, aunque bajo la consideración de ciudadanos de segunda categoría. Esto no impidió que hubiera persecuciones contra los hebreos en Córdoba y Granada en el siglo XI o su primera expulsión forzada y masiva de la península ibérica cuando los almohades ocuparon los territorios musulmanes. También durante las Cruzadas existieron abundantes casos de antisemitismo en territorio europeo y en Israel y, no podemos olvidar, los asesinatos que sucedieron durante la epidemia de peste negra en el siglo XIV al extenderse la creencia de que los judíos eran responsables de ella o que la propagaban de forma deliberada.
La convivencia entre cristianos y judíos se deterioró profundamente después del año 1391. A partir de ese momento existieron persecuciones y hechos violentos en los reinos medievales españoles que provocaron conversiones masivas de judíos. Por su parte, la Inquisición persiguió a aquellos que seguían practicando su antigua religión después de la conversión al cristianismo. Como culminación de ese proceso, en 1492 se produjo la expulsión de los judíos de España por los Reyes Católicos y todos aquellos habitantes que mantenían la fe hebrea, unos 50.000, debieron abandonar estas tierras, aunque la gran mayoría de los judíos permanecieron en España porque se habían convertido al cristianismo, aproximadamente, unos 250.000.
“Catástrofe que no podemos olvidar para no repetirla. Debemos recordar para no olvidar”
Sin embargo, pese a estos hechos tan negativos y traumáticos, la integración de los judíos convertidos al cristianismo en la sociedad española fue ejemplar y completa desde los años finales de la Edad Media hasta hoy. Nos encontramos en un proceso de éxito sin precedentes teniendo en cuenta las dificultades de promoción social que existieron en el Medievo y en la Edad Moderna. Desde el primer momento los judíos convertidos al cristianismo tuvieron unas claras aspiraciones de progresión social en la sociedad y muchos tuvieron éxito. A comienzos del siglo XVI, Pedro Barrantes afirmaba que, una vez convertidos, los judeoconversos “presto se tornaron a hacer ricos”. Igualmente, Andrés Bernáldez decía en ese mismo siglo que “muchos de ellos en estos reinos en pocos tiempos allegaron muy grandes caudales e haciendas”, añadiendo que “en cuanto podían adquirir honra, oficios reales, favores de reyes, e señores”. De esta forma, bastantes familias pasaron de la judería a integrarse en las élites de la sociedad española en los siglos XV y XVI. Así, llegaron a ser eminentes médicos al servicio de reyes y altas personalidades o importantes financieros encargados de las cuentas de personas acaudaladas y gobernantes. Ocuparon oficios en la Administración Real, incluso como ministros y tesoreros. Fueron regidores o caballeros veinticuatro en la Administración Municipal. Se incorporaron a la carrera eclesiástica, incluso siendo obispos. Accedieron a la hidalguía, a las órdenes militares de caballería y también a la nobleza titulada.
Truncada la convivencia más o menos pacífica de las tres religiones durante la Edad Media en España por la expulsión de 1492, los judíos que permanecieron en nuestro país se integraron en la sociedad con evidente éxito. La Historia de España y la sociedad actual son frutos de esa integración y, por eso, muchos de nosotros encontraremos antepasados del pueblo de Israel si tenemos la curiosidad de investigar nuestros ancestros. Además, la vida cotidiana de los españoles se empapó de algunas de las tradiciones judías, por ejemplo, el uso antiguo de castigar de cara a la pared a los niños en las escuelas era una reminiscencia sefardí, ya que los judíos piden perdón de cara a la pared en la sinagoga para que los vea todo el mundo. O también acogimos costumbres culinarias, postres como el arroz con leche, potajes, empanadas y mazapanes tienen ese origen.
“El 27 de enero de 2025 se cumplen 80 años de la liberación del campo de exterminio de Auschwitz”
Tras analizar con más profundidad lo sucedido en España, continuaremos con el análisis del antisemitismo en el resto de Europa y, así, hay que destacar que durante la Edad Moderna se siguió desarrollando en Polonia, Rusia, Prusia o Austria, donde monarcas tan conocidos y respetados del Siglo de las Luces como Catalina de Rusia, Federico II de Prusia o María Teresa de Austria dictaron normas restrictivas de los derechos de los miembros de ese pueblo. En el siglo XIX surge el antisemitismo en su versión más racial, porque hasta ese momento se trataba de una discriminación fundamentada básicamente en el hecho religioso. A partir de entonces surge el mito de la superioridad de la raza indoeuropea o aria sobre la raza semítica. Como culminación de esta nefasta e injusta trayectoria del antisemitismo a lo largo de los siglos, sucedió el Holocausto durante la Segunda Guerra Mundial -el mayor acto contra el pueblo de Israel que se ha producido en la Historia-. El horror que despertó el conocimiento de estos hechos en 1945 originó que el antisemitismo se erradicara, por primera vez, del curso de la Historia.
El capítulo III del “Eclesiastés”, libro de la Biblia y también del Tanaj, dice que todo tiene su momento y cada cosa su tiempo bajo el cielo: “Tiempo de nacer y tiempo de morir, tiempo de matar y tiempo de curar, tiempo de destruir y tiempo de edificar, tiempo de llorar y tiempo de reír, tiempo de amar y tiempo de aborrecer, tiempo de guerra y tiempo de paz”. Después de la barbarie, del tiempo de morir, matar, destruir, llorar y aborrecer parecía que debían venir los tiempos de nacer, reír, curar; los tiempos de la paz. Pero, desgraciadamente, fue algo transitorio porque, poco después, se constituyó un nuevo antisemitismo que se justificó en el conflicto territorial de Oriente Medio y que fue apoyado, inicialmente, por posiciones políticas de izquierdas y una parte del mundo islámico. Estudios realizados recientemente en países europeos ponen de manifiesto un notable crecimiento del antijudaísmo: insultos, agresiones verbales, simbología nazi, profanaciones de sinagogas y tumbas, páginas web antisemitas y, también, algunos partidos políticos neonazis o de extrema izquierda que predican la crítica permanente al Estado de Israel y la tibieza frente a las acciones terroristas.
“El hombre es ese ser capaz de inventar las cámaras de gas de Auschwitz, pero también es el ser que ha entrado en esas mismas cámaras con la cabeza erguida y el Padrenuestro o el Shemá Israel en los labios”
Creo que es incomprensible que después de conocer el horror de los hechos acaecidos en la Segunda Guerra Mundial y el triste devenir de la Historia Universal en esta materia, puedan existir personas mínimamente formadas que puedan seguir comulgando con una forma de racismo que consiste en la discriminación, hostilidad, prejuicio y odio hacia los judíos. Sin duda, tenemos un grave problema de valores y principios que no afecta sólo al pueblo de Israel, incumbe a todas las personas demócratas o sensibles que existen en el mundo.
Ha pasado mucho tiempo y cada vez son menos los supervivientes de aquel horror que presenciaron como testigos en primera persona: el Holocausto. Viktor Frankl nos cuenta el estremecedor relato de su experiencia en los campos de concentración en su obra “El hombre en busca de sentido”. Él, que todo lo había perdido y soportó todo tipo de brutalidades, consiguió pensar que, pese a todo, la vida es digna de ser vivida y que la libertad interior y la dignidad humana son indestructibles. Desgraciadamente hoy seguimos viendo cómo se estigmatiza a los que son diferentes. Este germen no puede extenderse en nuestra sociedad, pues nos arriesgarnos a repetir una historia infame. Al contrario, debemos comprender que existir es coexistir. Estamos obligados a coexistir pues eso nos ha enriquecido a través del tiempo. Esta debe ser la inspiración de nuestra historia futura.
Viktor Frankl en una reflexión final en su libro señala que el hombre tiene el potencial de comportarse como un cerdo y también como un santo. Los que vivieron los hechos que ahora recordamos conocieron al hombre en estado puro. Señala Frankl “El hombre es ese ser capaz de inventar las cámaras de gas de Auschwitz, pero también es el ser que ha entrado en esas mismas cámaras con la cabeza erguida y el Padrenuestro o el Shemá Israel en los labios”. No olvidemos la dignidad de aquellas cabezas erguidas entrando en las cámaras de gas y la indignidad de sus verdugos.